Obispos de América Latina y el Caribe expresan sus condolencias por el fallecimiento de Benedicto XVI

Tras el anuncio hecho por el Vaticano de la muerte de Benedicto XVI, a sus 95 años, el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), en voz de su presidente Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo (Perú), ha expresado su mensaje de condolencias.



El Celam ha dirigido su pésame al Santo Padre y a quienes han permanecido al lado del Papa emérito “acompañándolo hasta el final en su testimonio de amor a la Iglesia”.

“Ante la Pascua del Papa Benedicto XVI damos gracias a Dios por su vida y su fecundo legado teológico y pastoral, muy bien expresado en su lema episcopal: colaborador de la verdad”, han señalado.

Discípulos en Jesucristo

Asimismo Cabrejos ha recordado las palabras del Papa emérito durante la inauguración la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño, en Aparecida (Brasil), el 13 de mayo de 2007, cuando “nos animó a reflexionar sobre los retos de la fe cristiana en nuestro continente”.

En especial, “ayudar a los fieles cristianos a vivir su fe con alegría y coherencia, a tomar conciencia de ser discípulos y misioneros de Cristo, enviados por él al mundo para anunciar y dar testimonio de nuestra fe y amor”.

Para los obispos del Celam estas palabras siguen “motivando en nuestra misión evangelizadora, con la certeza de que “la Iglesia tiene la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo”.

Semilla de esperanza

Asimismo han mencionado el último viaje apostólico a América Latina, justamente cuando visitó México y Cuba en marzo de 2012, durante el Año de la fe. En ese entonces Benedicto XVI animó a la Iglesia “a seguir siendo semilla de esperanza, que permita ver a todos cómo los frutos de la resurrección alcanzan y enriquecen estas tierras”.

Pidió “ser vigías que proclamen día y noche la gloria de Dios, que es la vida del hombre”, y a estar “del lado de quienes son marginados por la fuerza, el poder o una riqueza que ignora a quienes carecen de casi todo”, porque “la Iglesia no puede separar la alabanza de Dios del servicio a los hombres”.

Foto: Shutterstock

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