Cardenal Brenes a católicos nicaragüenses: “Nada puede impedir que profesemos nuestra fe”

El pueblo católico de Nicaragua refrendó su fervor a la Inmaculada Concepción, a quien festejaron dentro de los templos y en sus casas, debido a la prohibición del gobierno de llevar a cabo procesiones en las calles con las imágenes de la Virgen

Leopoldo Brenes ante la Inmaculada Concepción

Durante el novenario con motivo de la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, y hasta este 8 de diciembre, cuando se le celebró, se llevaron a cabo en la arquidiócesis de Managua diferentes actos religiosos en su honor, desde rosarios, levantamiento de altares y misas, pero no así las tradicionales procesiones nocturnas por las calles con la imagen de la Virgen, pues fueron prohibidas por el gobierno de Daniel Ortega.



Por ello, al presidir la eucaristía dedicada a la Inmaculada Concepción desde la Catedral, el cardenal Leopoldo José Brenes, arzobispo de Managua, reconoció el esfuerzo del pueblo católico por no olvidar esta tradición tan arraigada en torno a la Virgen María.

“Qué hermoso mis hijos, que esta tradición no la perdamos por todas las situaciones que podamos estar viviendo, situaciones económicas, sociales, de política; nada, nada puede impedir que nosotros podamos profesar nuestra fe, y pienso que va a ser difícil que se pueda desarraigar esto porque como les decía, tiene su raíz en el corazón“.

El cardenal Brenes, quien también llevó a cabo las primeras comuniones de alrededor de 100 niños y niñas, recordó que es ya tradición “única en el mundo” en la que “los fieles recorren los caminos para visitar a Nuestra Madre en el hogar de aquel vecino o amigo, pero detrás de todo esto es el amor a la Santísima Virgen María”.

“Allí ella también está esperando a sus hijos, que llegan y se alegran con ella, y hacen realidad el grito que nosotros tenemos, que es característico: ‘¿quién causa tanta alegría?’ y no duda en responder ‘la concepción de María’”, preguntó Brenes.

“Cautivos en un país que se ha vuelto una gran cárcel”

Por su parte, desde el exilio en Estados Unidos, el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, expresó: “vivimos un momento de orfandad como país; quienes deberían velar por el bienestar de la sociedad y cuidar de nuestro futuro, se han convertido en productores de lágrimas, artesanos del terror y destructores de la dignidad humana”.

“Nos sentimos huérfanos, desamparados por la ley, cautivos en un país que se ha vuelto una gran cárcel o desterrados en tierras desconocidas. En este momento de orfandad, recordemos que somos un pueblo con Madre, no somos huérfanos, tenemos una madre que nos ama y nos cuida, ora con nosotros y desea consolarnos, una madre nunca abandona a sus hijos”, señaló el obispo.

Lamentó que en Nicaragua haya muchas lágrimas de quienes no tienen ni trabajo ni pan para vivir dignamente mientras unos pocos poderosos y ricos viven en la abundancia, “lágrimas de tantos jóvenes a quienes se les niega un futuro digno, que son usados para fines ideológicos o que se ven obligados a huir del país para poder salir adelante”.

Y concluyó: “también hay lágrimas de los presos políticos, hombres y mujeres respetables, quienes por soñar y luchar por un país justo y libre, han sido privados de su libertad injustamente por un sistema desquiciado y cruel; lágrimas de la familia de los presos políticos, que sufren la ausencia de sus seres queridos y que se han vuelto ellos también víctimas de una represión irracional”.

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