Cantalamessa: “El pesimismo y el nihilismo que es el verdadero ‘agujero negro’ del universo”

El predicador de la Casa Pontificia ha centrado su segunda reflexión de Adviento en la virtud teológica de la esperanza

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En su segunda predicación de Adviento de este 2022, el cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, ha reflexionado acerca de la esperanza. Continúa, de esta manera, con su repaso de las virtudes teológicas que ha preparado para este periodo de espera antes de la Navidad.



“¿Cuál es el objeto propio de la ‘bienaventurada esperanza’, que proclamamos estar ‘esperando’ en cada Misa?”, ha preguntado Cantalamessa al Papa y a la curia, presentes en el Aula Pablo VI. “Para darnos cuenta de la novedad absoluta que trajo Cristo en este campo, necesitamos colocar la revelación del Evangelio en el contexto de las creencias antiguas sobre el más allá”.

“Hay que subrayar una cosa para no caer en un peligroso malentendido. Vivir ‘siempre’ no se opone a vivir ‘bien’. La esperanza de la vida eterna es lo que la hace hermosa, o al menos aceptable, también la vida presente”, ha asegurado el predicador de la Casa Pontificia.

“Todos en esta vida tenemos nuestra parte de sufrimiento, creyentes y no creyentes. Pero una cosa es sufrir sin saber con qué fin, y otra sufrir sabiendo que los sufrimientos de este tiempo no son comparables a la gloria futura que se manifestará en nosotros”, ha añadido.

“Nada se hace sin esperanza”

Asimismo, apuntó que “la esperanza teológica tiene un papel importante que desempeñar en relación con la evangelización”. De hecho, “uno de los factores determinantes de la rápida difusión de la fe, en los primeros tiempos del cristianismo, fue el anuncio cristiano de una vida después de la muerte infinitamente más plena y gozosa que la terrena”.

“También hoy necesitamos una regeneración de la esperanza si queremos emprender una nueva evangelización”, ha continuado Cantalamessa, ya que “nada se hace sin esperanza”. “Los hombres van donde hay un aire de esperanza y huyen de donde no sienten su presencia. La esperanza es lo que da a los jóvenes el coraje para formar una familia o para seguir una vocación religiosa y sacerdotal, que los aleja de las drogas y otros similares remedios a la desesperación”, ha aseverado.

“La tarea que tenemos ante nosotros, con respecto a la esperanza, ya no es la de defenderla y justificarla filosófica y teológicamente, sino la de anunciarla, mostrarla y dársela a un mundo que ha perdido el sentido de la esperanza y está hundiéndose cada vez más en el pesimismo y el nihilismo que es el verdadero ‘agujero negro’ del universo”, ha afirmado.

“La Iglesia todo lo espera, todo lo cree, todo lo soporta”, ha continuado. “No puede limitarse a denunciar las posibilidades del mal que existen en el mundo y en la sociedad. Ciertamente, no debemos descuidar el miedo al castigo y al infierno y dejar de advertir a las personas sobre la posibilidad de daño que conlleva una acción o situación, como las heridas causadas al medio ambiente”.

“Debemos retomar el movimiento de esperanza iniciado por el Concilio”, ha subrayado, ya que “la eternidad es una medida muy grande; nos permite esperar en todos, no abandonar a nadie sin esperanza”. Además, ha apuntado que “la Navidad puede ser la ocasión para un salto de esperanza”.

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