Nuevamente, de manera presencial, se rezará diariamente el Mes de María en los templos y capillas de todas las diócesis chilenas, a partir del 8 de noviembre como preparación a la celebración de la Inmaculada Concepción.
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La Comisión nacional de santuarios y piedad popular de la Conferencia Episcopal, en conjunto con la Universidad Católica del Norte, han preparado material de apoyo para vivir en comunidad esta devoción. El lema inspirador, este año, será “Con María nos ponemos en camino”, y el material propuesto incluye un esquema con oraciones, texto bíblico o del magisterio para cada semana, reflexión y preguntas para incentivar la conversación en el grupo, y el rezo del rosario. Además, cada semana se propone un concepto para la reflexión: esperanza, diálogo, justicia, reencuentro y paz, serán los que motiven el diálogo este año.
Devoción popular
Esta es una de las devociones más populares en el país. Tiene su origen en 1850 cuando dirigía el Seminario Pontificio de Santiago, Joaquín Larraín Gandarillas, después obispo auxiliar de Santiago y primer rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Probablemente Larraín conoció esta devoción en Europa y la trajo a Chile, pero cambió la fecha de su celebración, dejándola desde el 8 noviembre al 8 de diciembre, con la misma estructura actual. El sacerdote ubicó este mes como preparación a la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, del Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854. Es posible, sin embargo, que hubiera celebraciones marianas antes de esa fecha, en la evangelización hispana, ya que la devoción a María está presente desde la llegada de los conquistadores. Esta nueva costumbre se impuso rápidamente en todo el país y llegó a ser masiva, profundamente arraigada.
A mediados del siglo pasado era una tradición muy respetada y concurrida, momento de encuentro de los habitantes de los poblados y campos. Su culminación era la procesión de la Virgen por las calles del pueblo, el 8 de diciembre, con hermosas andas adornadas con flores y papeles de colores. En las últimas décadas se ha replegado a templos y capillas, incluso en las casas, para grupos pequeños. Pero mantiene las tradiciones, su estructura original y los antiguos cantos y oraciones marianos.
