Cardenal Arizmendi: “Al igual que en Canadá, algo similar pasa en México con los indígenas”

El obispo emérito de San Cristóbal de las Casas lamentó que incluso en la actualidad haya sacerdotes que no permiten que unas partes de la Misa se celebren en los idiomas originarios

indígenas Chiapas

Luego del viaje del papa Francisco a Canadá, donde realizó una peregrinación penitencial para pedir perdón a las comunidades indígenas por los abusos cometidos por algunas congregaciones religiosas que tenían a su cargo las escuelas residenciales, el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, el cardenal Felipe Arizmendi, aseguró que lo que sucedió en Canadá no es un hecho aislado.



En su artículo semanal publicado en varias páginas católicas, el cardenal mexicano explicó que durante los siglos XIX y parte del XX, el gobierno de Canadá estableció 139 escuelas residenciales en todo el país, con el fin de asimilar a los indígenas a la cultura dominante, porque les parecía que su modo de vivir era muy atrasado. De 139 escuelas, unas 40 fueron confiadas a instituciones cristianas, la mayoría de la Iglesia Católica.

Esto llevó –continuó explicando el cardenal- a que unos 150,000 niños fueran separados de sus padres, muchas veces sin su consentimiento, para una política nacional de asimilación forzada que buscaba occidentalizar sus costumbres.

“Les impedían hablar en su idioma nativo, les daban alimentos a los que no estaban acostumbrados, no les atendían bien en sus enfermedades y, a causa de todo ello, miles murieron en forma criminal, sepultándolos en fosas comunitarias”, detalló.

Lo mismo pasa en México

Felipe Arizmendi, quien desempeñó su ministerio episcopal por más de 25 años en el estado de Chiapas, atendiendo pastoralmente a comunidades indígenas, denunció que también en México se ha hecho algo similar, aunque quizás no con la misma crueldad.

“En nuestros países, en las escuelas públicas hay maestros que prohíben a los indígenas usar sus idiomas, vestir según sus tradiciones, y les imponen una cultura muy diferente a la propia. La mayoría de los docentes desconocen la riqueza de esas culturas milenarias, las menosprecian y ridiculizan”.

Aseguró que lo mismo pasa en los pueblos y ciudades, donde los indígenas se empeñan en ocultar su identidad, para no ser ofendidos y discriminados.

De su punto de vista, esto ha llevado a que vayan desapareciendo algunos idiomas indígenas, “pues la sociedad dominante no los toma en cuenta, no los valora, y se pierden culturas que han dado vida a generaciones”.

También ocurre en la Iglesia

El cardenal Arizmendi contó que cuando era párroco en una comunidad otomí, los catequistas no querían que él aprendiera su idioma, porque consideraban que ya no valía, que ya no servía, que era cosa de tiempos pasados, y ellos mismos le impedían a sus hijos hablarlo, para que no los discriminaran.

“Esto sigue pasando todavía en muchas partes. Hay sacerdotes con la misma actitud, que no permiten, por ejemplo, que unas partes de la Misa se celebren en esos idiomas originarios. Acompaño a un grupo de traductores al náhuatl y al otomí, y la queja frecuente es que los párrocos no permiten que estos idiomas se usen en la Iglesia”.

También lamentó que en Seminarios y Casas de Formación de Religiosas y Religiosos se den casos de discriminación, pues no se toma en cuenta a alumnos que proceden de esas culturas. “Como si no existieran y nada tuvieran que aportar a la comunidad”.

Incluso –dijo- ha habido sacerdotes indígenas que no quieren ser párrocos de pueblos de su cultura, esconden su identidad originaria y nada hacen por promover sus culturas nativas y por evitar que desaparezcan.

Una Iglesia inculturada

Sin embargo –dijo- no todo ha sido malo, pues en algunos Seminarios de diócesis con significativa población indígena, se exige que todos los alumnos conozcan esas culturas y aprendan a hablar en uno de esos idiomas, como condición para ser ordenados presbíteros.

“A algunos les cuesta ir a vivir en una población indígena, con muchas limitaciones, no en la casa del párroco, y vivir en otra cultura y aprender su idioma; con el tiempo lo valoran y agradecen”.

Estos –comentó el cardenal- son pequeños intentos, pero muy valiosos para que seamos una Iglesia inculturada en esos pueblos, y no sigamos colaborando en la desaparición de muchas culturas originarias.

El cardenal mexicano llamó a no despreciar ni discriminar a los indígenas. “Tienen otros valores, otra forma de ser, de pensar, de relacionarse. Animémonos a conocerlos, valorarlos, respetarlos y darles su lugar en la comunidad y en la Iglesia”.

Noticias relacionadas
Compartir