La Iglesia chilena en proceso sinodal

  • En base a los informes diocesanos se prepara el informe nacional al Sínodo
  • El mismo camino conduce a la 3ª Asamblea Eclesial Nacional

Con la entrega de los informes diocesanos que contienen la síntesis del período de escucha iniciado en octubre del año pasado, se ha puesto en marcha la preparación del informe nacional para el próximo Sínodo en Roma. Esta preparación tendrá su momento culminante en la ‘semana de profundización’ que se realizará entre el 28 de agosto y el 2 de septiembre.



Con actividades de diverso tipo, todas las diócesis han tenido participación en este proceso, “promoviendo espacios para el reencuentro, el diálogo y el discernimiento mayoritariamente, entre quienes participan de espacios eclesiales”, dijo a Vida Nueva el secretario pastoral adjunto de la Conferencia Episcopal de Chile, Renzo Ramelli.

Camino de discernimiento eclesial

“Es interesante el movimiento que ha provocado el Sínodo en nuestro país, agrega Ramelli. Desde el 2018, después de la visita del Papa, veníamos haciendo un camino de discernimiento que se vio muy afectado en su continuidad por el estallido social primero, y la pandemia después. Luego de la consulta para la Asamblea Eclesial Latinoamericana, el Sínodo fue un impulso importante en todo el país para la continuidad del Camino Nacional de Discernimiento”.

Después de su visita a Chile, en enero del 2018, el papa Francisco escribió a los obispos citándolos a la Santa Sede, donde se reunieron durante 3 días. Allí se abordó con crudeza la grave y dolorosa situación de los abusos sexuales, de conciencia y de poder, en la iglesia chilena, provocando la ‘Misión Scicluna’ como se llamó el envío de Francisco al arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y al pbro. Jordi Bertomeu, quienes estuvieron en Chile en dos ocasiones.

El encuentro de Francisco y todos los obispos chilenos, en Roma, y la posterior “Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile” en la que Francisco pide “mirar de frente, asumir y sufrir el conflicto, y así poder resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo caminar”, fueron los detonantes para realizar la 3ª Asamblea Eclesial Nacional, acordada en asamblea plenaria de los obispos.

En octubre del 2007 se había realizado la primera Asamblea con mucha participación y resultados alentadores, buscando aplicar en Chile los acuerdos de la Conferencia de Aparecida realizada pocos meses antes. Esa fructífera experiencia motivó la 2ª Asamblea realizada en junio del 2013 con el lema “Una iglesia que escucha, anuncia y sirve”.

“Ha sido un desafío”

La preparación de la 3ª Asamblea se planteó como reacción eclesial ante la gravedad de los hechos conocidos el año 2018 y las severas medidas adoptadas por el Papa. Se abrió así un camino de escucha y diálogo a nivel diocesano, en todo el país, alterado por el estallido social en octubre del 2019 y la pandemia a inicios del año siguiente.

Ramelli, quien ha coordinado este proceso nacional, dice que “¡Ha sido todo un desafío en medio de la pandemia! Las diócesis se han movilizado desde sus procesos particulares, articulando junto a los equipos diocesanos sinodales, la etapa diocesana del Sínodo integrada en la propia experiencia de modo que no sea “una tarea más entre otras” sino parte de un caminar juntos, más sinodal, profético y esperanzador”.

Para Ramelli ha sido esperanzador encontrar en los informes la búsqueda de una nueva forma de ser iglesia “donde todas y todos nos sentimos necesarios y responsables. Entre los equipos de las diócesis, desde el dolor y la vergüenza que hemos vivido como Iglesia en Chile, se va contagiando una esperanza que anima el caminar”.

El laicado, protagonista

De este modo, al mismo tiempo que se prepara el Informe Nacional y la participación de la iglesia chilena en el Sínodo mundial, avanza también la preparación de la 3ª Asamblea Eclesial Nacional programada para octubre próximo, después de dos postergaciones debido a la pandemia.

Ramelli destaca la participación de los laicos en este proceso. “El gran protagonista de este tiempo sinodal ha sido el laicado. Se han hecho esfuerzos muy importantes por abrir espacios de participación y hay que seguir haciéndolo. Los espacios de escucha, de diálogo, de encuentro son fundamentales para la vivencia de ser una Iglesia, Pueblo de Dios que se sabe ungido, que camina juntos y juntos descubre los caminos del Espíritu”.

 

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