Daniel Portillo alerta de una lucha “cosmética o simulada” en la Iglesia contra los abusos

El director del Centro para la Protección del Menor en América Latina llama a pasar de “las oficinas de denuncia a centros de escucha” en el marco de las VI Conversaciones PPC

Para el sacerdote mexicano, Daniel Portillo, “estamos solo en el inicio de afrontar la crisis de los abusos, sobre todo, si pensamos que solo se trata de los abusos de clérigos a menores, cuando la cuestión es mucho más amplia”. Así lo sentencia el director del CEPROME, o lo que es lo mismo, el Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor en América Latina.



Portillo abrió la sesión de la tarde de las Conversaciones PPC que, bajo el lema ‘Nunca más’, se celebra en el colegio mayor MARA de Madrid, gracias a la iniciativa de la editorial PPC y el Instituto Superior de Pastoral.

Superficie y fondo

El investigador alertó de “prevención cosmética o simulada”, entendido por “el intento de parecer que estamos haciendo algo en la superficie, cuando en el fondo no estamos haciendo nada”. Puso como ejemplo, la creación de comisiones que nos operativas, “porque realmente no acabamos dando la cara a las víctimas, sino que pretendemos resolver el problema o pensar que lo hemos resuelto facilitando únicamente un correo electrónico”.

Para el sacerdote hay que dar el salto de “crear oficinas de denuncia a centros de escucha”, desde el convencimiento de que “la víctima es un manual de aprendizaje para cada uno de nosotros”.

Estamos en camino

“Abordar el tema de los abusos nos puede llevar a pensar que estamos en el camino o pensar que el tema está más o menos resuelto, cuando realmente nos tenemos que interpelar en cómo nos relacionamos entre nosotros”, reflexionó la voz alta este especialista en la lucha antiabusos, que instó a la Iglesia a “preguntarse sobre la estructura la participación de los laicos, de la mujer…”. Para ello, instó a los obispos a acabar con “toda dinámica principesca”.

Desde ahí, no dudó asegurar que “esta es la mayor crisis de credibilidad de la Iglesia después de la reforma de Lutero”. “No vale contentarnos con que en nuestro entorno hay pocos casos o que no tenemos muchas denuncias en nuestro espacio”, advirtió.

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