Interespiritualidad de cercanía para cautivar a los ateos

Si el nacionalismo se cura viajando, como decía Pío Baroja, el jesuita Esteban Velázquez, que ha vivido por todo el mundo siguiendo su vocación, ha dado una vuelta de tuerca más. Se encuentra en un pequeño pueblo de Granada luchando por construir un espacio no solo ecuménico, sino “interespiritual”, tal y como él lo denomina, donde todas las religiones, e incluso los ateos, puedan orar –o meditar– en compañía unos de los otros. Todo, “en un ambiente de justicia, paz y ecología compartidos”, apunta.



“Debemos ir un paso más allá en el diálogo ecuménico. Se puede hablar de diálogo teológico, de diálogo de vida común de pueblo, diálogo de oración en común, pero aún falta el diálogo de acciones en común. Incluso en los momentos de grandes crisis, como la II Guerra Mundial, se dan declaraciones conjuntas, no acciones conjuntas”, expone, poniendo un ejemplo por delante: “Si cristianos y musulmanes fletaran un barco conjuntamente como el ‘Open Arms’, sería mucho más efectivo que cualquier declaración conjunta sobre las migraciones”.

Espíritu de encuentro

Este espíritu de encuentro se respira ya en la composición del patronato de la Fundación Persona y Justicia, desde la que se da forma al proyecto que ha puesto en marcha a través de un equipo intercultural e interespiritual de hombres y mujeres.

Esteban Velázquez se lanzó a este viejo sueño en el año 2018, cuando Marruecos le prohibió volver a entrar en su territorio, donde había estado como misionero varios años. Junto a su equipo, logró “con mucho esfuerzo” hacerse con una parcela de ocho hectáreas en un pueblo de la España vaciada “que necesita vida”, Jerez del Marquesado. No es una elección casual, ni siquiera por el hecho de que el suelo pueda ser más barato: “Queremos dar el mensaje de que donde hay espiritualidad, siempre hay vida”.

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