Don Bosco se vuelca con las víctimas de la guerra de Ucrania

  • Los salesianos acogen en Polonia a cientos de refugiados que huyen de las tropas de Putin
  • Todos los religiosos se mantienen allí y acompañan a la golpeada población

Oleh reparte rosarios a la población de Lugansk (Ucrania)

Una bandera de Ucrania ondea sobre la puerta del Centro Juvenil San Juan Bosco de los salesianos en Varsovia. Andrea, que huyó de Lviv a la capital polaca con sus dos hijos pequeños el 14 de marzo, entró en el edificio por primera vez pensando que era un centro de información para refugiados. “Lo que me encontré allí cambió mi nueva vida”, reconoce.



Una casa con múltiples salas de juegos, muchos voluntarios, una completa programación de actividades y una acogedora cafetería recibe a todos los ucranianos que se acercan hasta allí. Fuera, y junto a la iglesia del Sagrado Corazón, hay un patio con porterías, canastas, columpios y una zona infantil con juguetes esparcidos por el suelo que cautiva cada día a decenas de menores a los que parece no afectar el frío.

Ha cambiado su fisonomía

La guerra en Ucrania ha cambiado la fisonomía y el ritmo de funcionamiento de los centros juveniles salesianos en Polonia. “Estamos abiertos durante todo el día, porque por las mañanas vienen las madres con sus hijos pequeños, por las tardes tenemos actividades con los niños y niñas más mayores y les damos la merienda, y los fines de semana organizamos talleres y tenemos actuaciones de teatro, circo y cine”, explica Alicja, una joven voluntaria polaca de 16 años.

No hay parroquia o escuela salesiana polaca que no tenga aulas o gimnasios destinados a almacén para los productos de primera necesidad que dona la población a diario. Allí se clasifica todo (ropa, higiene, productos para bebés, juguetes, comida, productos perecederos, medicinas…) y después se traslada a los pasos fronterizos para las personas refugiadas que llegan, se lleva a las casas salesianas que acogen a grupos de refugiados o se envía a Ucrania para repartirse allí.

Polonia también ha cambiado su fisonomía en los últimos dos meses y se ha convertido en el paradigma de la solidaridad en Europa. El país acoge en la actualidad a casi tres millones de personas que han salido de Ucrania (más del 90% son mujeres y menores de 16 años), y lo hace con una política de puertas abiertas y una actitud ciudadana encomiables. La población polaca se ha volcado con sus “hermanos ucranianos” y estos se ven desbordados por la ayuda recibida. “Llegamos sin nada porque no pudimos ni sacar dinero de los cajeros automáticos, así que no sabemos cómo agradecer tantas cosas recibidas; es ayuda material, pero también detalles como que no te dejen pagar cuando quieres comprar algo en un supermercado o que siempre haya alguien dispuesto a ayudarte para cualquier duda o trámite”, cuenta Andrea.

Europa ha abierto sus fronteras

Europa ha abierto sus fronteras y ofrece todo tipo de posibilidades a la población refugiada ucraniana. En Polonia, el Gobierno ha planteado dar una ayuda equivalente a ocho euros diarios por persona refugiada y día durante dos meses, y todos los países limítrofes han acelerado los trámites administrativos para que puedan encontrar trabajo, recibir atención médica o escolarizar a los más pequeños. Las estaciones de trenes y autobuses cuentan con información sobre las ciudades del interior con menor población, a las que recomiendan viajar a quienes siguen llegando para que encuentren alojamiento y trabajo con mayor facilidad. El Gobierno y las ONG tienen grandes carpas en las estaciones para recibir a los grupos de refugiados y ofrecerles información, posibilidad de descanso, ayuda material, alojamiento o billetes para continuar el viaje.

Pero lo cierto es que la mayoría de las personas que llegan de Ucrania, si no tienen familiares en otro país, quieren quedarse en Polonia y además cerca de la frontera, porque “este país es el que mejor comunicación tiene con Ucrania y el que más apoyo nos está dando, pero tenemos confianza en que la guerra termine muy pronto y queremos estar cerca de nuestras casas para poder regresar allí cuanto antes”, explica Tetiana, una joven de 20 años que estudiaba en la Universidad Católica de Kiev.

Los salesianos en Polonia están planteando una iniciativa laboral para las mujeres ucranianas que consiste en “ofrecerles un empleo remunerado en nuestros oratorios y centros juveniles para que durante gran parte del día funcionen como guarderías y todos los menores que aún no pueden ir a la escuela estén atendidos mientras otras madres trabajan fuera de casa”, explica desde Varsovia el salesiano Krzysztof Grzendzínski, coordinador nacional de todos los proyectos relacionados con la emergencia.

Ayuda de primera necesidad

Ya desde el primer momento de la emergencia, cuando comenzó la invasión rusa el 24 de febrero, más de 300 casas salesianas en Ucrania y en los países limítrofes coordinan la ayuda para miles de personas desplazadas o refugiadas. En Ucrania hay más de medio centenar de misioneros salesianos y todos continúan en el país al lado de la población en hasta nueve ciudades. En todas las presencias salesianas en el país se reparte ayuda de primera necesidad, en algunas, además, se acoge a familias desplazadas, en otras se atienden heridos y algunos colegios tienen abiertas sus puertas, aunque las clases continúan sobre todo de manera online.

Las clases en Ucrania se suspendieron durante dos semanas al inicio del conflicto, pero después se ha intentado recuperar la normalidad de la vida diaria dentro de las dificultades. Inna, profesora en una escuela salesiana en Zhytomyr, en el norte del país, asegura que “trato de dar lo mejor de mí a mis alumnos, a mi escuela y a mí país. Vivo y trabajo en Ucrania y la mayoría de mis clases son entre un ataque aéreo y otro. Para ello utilizo conexiones online con el móvil, que no es muy cómodo… y, aunque estoy enseñando con el sonido de las explosiones de fondo, sigo trabajando”.

Salesianos como Michal Wocial, Oleh Ladnyuk y Roman Sikon continúan desplazándose por Ucrania para llevar la ayuda a los más necesitados. Algunos, como el padre Oleh, lo hacen en un convoy de varias furgonetas junto a otros salesianos y voluntarios a la zona más castigada por la guerra en el este del país. “Desde que comenzó el conflicto he dormido pocas horas porque nuestro objetivo es llevar comida y medicinas a las poblaciones de Járkov, Lugansk, Donetsk… y evacuar de vuelta a lugares más seguros en el oeste del país a las personas que podemos”, asegura el misionero.

Ambiente familiar

Las casas salesianas de Polonia acogen a grandes grupos de refugiados y se intenta crear un ambiente familiar aunque falten los hijos mayores y los maridos. “Les ofrecemos todas las comodidades que podemos. Tanto en Cracovia como en otras ciudades como Czerwinsk, Rozanystok o Szczecin, en las que acogemos en cada una a más de medio centenar de refugiados, viven en un edificio independiente y tienen su propio comedor, sus habitaciones por grupos familiares, su lavandería, sus salas de juegos y de estar y su conexión wifi para estar en contacto con sus seres queridos en Ucrania”, comenta el salesiano Marcin Wosiec, responsable de la acogida a los refugiados ucranianos en Cracovia.

“En cualquier momento te puede sonar el teléfono y, coordinados con las oficinas de recepción de refugiados en el país, nos encargamos de ir a recogerlos a las estaciones para tranquilizarlos y que se sientan seguros y a gusto con nosotros. Algunos descansan unos días y siguen su camino a otro país y otros están con nosotros desde los primeros días”, continúa.

Dimas es una de las mujeres que vive en el Seminario Salesiano de Cracovia con sus dos hijos, Ksaurot y Yana, de seis y cuatro años: “Nos sentimos seguros y muy bien atendidos. Han puesto a nuestra disposición mucho más de lo que habríamos podido imaginar cuando salimos de Ucrania con muy poco equipaje, y nunca lo podremos agradecer lo suficiente. Una vez a la semana nos visita el médico, tenemos atención psicológica y están muy pendientes de los niños. Todos los ucranianos que estamos aquí formamos una gran familia apoyándonos y ayudándonos, compartiendo noticias, rezando juntos y a veces hasta cocinando nosotras alguna comida ucraniana para favorecer aún más esa unidad”.

Fe y unidad

Y es que la fe y la unidad son dos de las notas más distintivas al hablar con cualquier persona que ha escapado de la guerra. “Sabemos que Dios nos ha puesto esta dura prueba, pero también que nunca nos abandonará, y por eso estamos tan unidos, tenemos tanta esperanza en la paz y confiamos en la victoria”, explica Sofia, otra madre ucraniana de Dnipro.

A menudo, el bullicio de los juegos de los menores cesa de repente por el sonido de algún móvil en el que se escuchan las alarmas antiaéreas. “Cuando suenan las sirenas en nuestra ciudad también lo hacen en nuestros móviles. Es el momento de llamar a nuestros familiares mayores para saber si están bien y asegurarnos de que bajan al sótano para refugiarse. Pasan demasiadas horas allí, sin luz y con mucho frío”, relata Malina, otra joven refugiada llegada desde Kiev.

Es sábado y, a última hora de la tarde, la iglesia del Seminario Salesiano de Cracovia ha programado un recital de bandura, un instrumento tradicional ucraniano, a cargo de Nastia, una joven refugiada que lo llevó con ella como algo imprescindible en su equipaje. La actividad, abierta a toda la ciudad y difundida también por la diócesis, servirá para seguir creando ese ambiente familiar que les mantiene tan unidos a su país a pesar de la distancia y la terrible situación.

Dimas se despide con una anécdota que da una idea de la tragedia y el trauma de los menores: “Al poco de llegar a Polonia, uno de mis hijos me preguntó que cuándo nos bombardeaban aquí…”.

Campaña desde España

Desde el primer momento, Misiones Salesianas en España también lanzó la campaña ‘Emergencia Ucrania’ para enviar fondos a las casas salesianas de Ucrania y a los países fronterizos y comprar allí bienes de primera necesidad para atender a la población desplazada y refugiada. Gracias a la solidaridad de muchas personas, continúan recibiendo y enviando ayuda económica para poder adaptar instalaciones, acoger a mayores, mujeres y menores ucranianos, así como para transportar ayuda de emergencia a Ucrania.

Lea más:
Noticias relacionadas
Compartir