Francisco a los jóvenes: “Practicar la fe no es cosa de viejos”

En la audiencia general, el Papa condena la “crítica indiscriminada” y “marginación oculta” que se ejerce sobre quienes se acercan al hecho religioso

El Papa Francisco ha lanzado esta mañana en la catequesis de la audiencia general un mensaje que pareciera ir dirigido directamente los creyentes no practicantes: “La práctica de la fe es considerada como una exterioridad inútil e incluso nociva, como un residuo anticuado, como una superstición enmascarada. En resumen, una cosa para ancianos”.



Sin embargo, no se trataba de un tirón de orejas únicamente a las nuevas generaciones como al contexto social en el que se mueven. Desde el altar de la plaza de San Pedro, Francisco no dudó en cuestionar la “crítica indiscriminada” que se ejerce sobre los jóvenes que se acercan al hecho religioso que calificó de “ironía cultural” y de “marginación oculta”. “El honor de la fe se encuentra periódicamente bajo la presión, también violenta, de la cultura de los dominadores, que trata de envilecerla tratándola como un hallazgo arqueológico, vieja superstición, terquedad anacrónica”, alertó.

La referencia de Eleazar

Esta referencia a los mayores partía de la reflexión sobre la Sagrada Escritura que vertebraron sus palabras: “En el camino de catequesis sobre la vejez, hoy encontramos un personaje bíblico de nombre Eleazar, un anciano que vivió en los tiempos de la persecución de Antíoco Epífanes. Su figura nos entrega un testimonio de la relación especial que existe entre la fidelidad de la vejez y el honor de la fe”. Desde ahí, Francisco puso tarea a sus coetáneos: “Nos corresponde precisamente a nosotros, los ancianos, devolver a la fe su honor “.

En cualquier caso, recordó que la fe “nunca se puede reducir a un conjunto de normas” o de simples “prácticas sociales”. También desterró la idea de que la fe pueda ser etiquetada únicamente como “una espiritualidad” propia de una “antigua gnosis heterodoxa”.

“La fidelidad y el honor de la fe, según esta herejía, no tienen nada que ver con los comportamientos de la vida, las instituciones de la comunidad, los símbolos del cuerpo”, ha reflexionado. En este sentido, ha apuntado que el problema es que la “radicalización gnóstica” de esta verdad anula el realismo de la fe cristiana, que sin embargo debe pasar siempre a través de la “encarnación” y “vacía también su testimonio”.

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