Alfredo Muñoz Adánez: “Los mayores males de una sociedad derivan de una educación equivocada”

Admite que no sabe cómo surgen ni de dónde vienen los aforismos, pero el psicólogo toledano Alfredo Muñoz Adánez (Almorox, 1944) ha encontrado en estas “ráfagas verbales” una vía de escape para dar rienda suelta a todo aquello que le sorprende, le inquieta o le indigna de la realidad. También para iluminarla y aclarar el pensamiento, propio y ajeno, entre el ruido y la confusión reinantes.



Fruto de tal necesidad, acaba de ver la luz ‘Más allá de la felicidad y la creatividad’ (PPC), un valioso compendio de Mil aforismos originales en los que el profesor honorífico de la Universidad Complutense de Madrid reivindica conceptos como la dignidad, la bondad, la verdad, la sabiduría, la justicia… que “deberían figurar inexcusablemente en una educación propia de una sociedad sana”.

PREGUNTA.- Empieza y acaba su libro afirmando que “no está todo dicho”, que “queda mucho por decir” (y hacer). ¿No sobran palabras y faltan silencios para asimilar tantos impactos como recibimos?

REPUESTA.- No se debe minusvalorar el valor del silencio, y en el libro hay varios aforismos que reflejan ese valor. El 197 dice: “Cuando hablamos, los silencios son tan elocuentes como las palabras, si no más”. Y el 464: “Con mucha frecuencia los silencios acarician más que las palabras”. Pero no sobran las palabras. Lo que sobran son las palabras que acompañan a la mentira y a la demagogia. En cualquier caso, importa mucho más el hacer que el decir.

La brevedad

P.- ¿Es el aforismo el hermano mayor y juicioso del tuit?

R.- Sería un insulto para el aforismo que se le comparara con el tuit. No es que no sean hermanos, es que ni siquiera son primos lejanos. No pertenecen a la misma familia. Solo comparten una característica: la brevedad.

P.- Ya desde el título, la felicidad y la creatividad están muy presentes en su compendio de sentencias. ¿Qué implica ir “más allá” de estas dos eternas aspiraciones del ser humano?

R.- Tanto la felicidad como la creatividad son compatibles con la maldad, razón de más para no quedarse en ellas como objetivos humanos absolutos. Hay muchos seres humanos que son felices haciendo el mal, del mismo modo que la creatividad que despliega el mal es de una magnitud enorme. Cuando digo que hay que ir más allá, estoy pensando en conceptos que no tienen ningún reverso negativo y deberían figurar inexcusablemente en una educación propia de una sociedad sana: dignidad personal, bondad, verdad, sabiduría, plenitud, amor, autenticidad, amistad, justicia  y autorrealización, por ejemplo.

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