La Iglesia ortodoxa rusa en España y la Conferencia Episcopal Española, de la mano por la paz. Ambas se unen hoy en una declaración conjunta tras la “invasión de Rusia a Ucrania”. Bajo el título ‘Bienaventurados los que trabajan por la paz’, apelan “a todos aquellos que tienen el poder de detener la violencia y la barbarie a que escuchen en su conciencia la voz de Dios, que rechaza el mal y la guerra, y llama a reconstruir la fraternidad universal”.
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En este sentido, “mostramos nuestro compromiso para seguir trabajando por la reconciliación entre los pueblos como auténticos pastores que desean ser instrumentos de paz y de comunión”, destacan en el texto firmado a cuatro manos por Néstor Sirotenko, arzobispo de Madrid y Lisboa del Patriarcado de Moscú, y Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada y presidente de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso.
“Nuestras Iglesias se unen ante el dolor y el sufrimiento provocado a tantos hermanos nuestros ortodoxos, católicos y personas de todas las creencias, por la invasión de Rusia a Ucrania. Desde la II Guerra Mundial, Europa no se ha enfrentado a una catástrofe de tal magnitud, que agrava la ya difícil crisis provocada por la pandemia de Covid-19. En este contexto desolador, nuestras Iglesias quieren recordar juntas las palabras de nuestro Señor Jesucristo, el Príncipe de la Paz: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9)”, señalan en la misiva.
Agradecimiento por la acogida a refugiados
Como recoge la declaración, “en este tiempo de Cuaresma, en el que nos preparamos para celebrar el triunfo de la Vida sobre la muerte, invitamos a todos nuestros fieles a intensificar la oración por la paz en todo el mundo, especialmente en Ucrania, para que la luz radiante de la Pascua no quede oscurecida por las lágrimas de los que lloran a sus muertos, víctimas de la guerra”.
Asimismo, agradecen los gestos de caridad hacia las víctimas de la guerra y la acogida generosa a todos los refugiados. “La solidaridad con el hermano que sufre es expresión del consuelo y la misericordia del Padre celestial hacia todos sus hijos”, subrayan.
