Multitudinaria despedida al obispo de Girona

Francesc Pardo ha sido enterrado en la misma nave de la catedral tras una misa exequial presidida por Joan Planellas

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La Catedral de Girona ha acogido, esta mañana, la misa exequial del obispo de Girona, Francisco Pardo. Un millar de personas ha dado el último adiós al prelado, que ha estado al frente de la diócesis los últimos 13 años. Pardo fallecía a los 75 años el pasado jueves 31 de marzo por la noche en el Hospital Trueta de Girona, donde se encontraba ingresado desde el 3 de marzo a causa de una insuficiencia respiratoria provocada por una broncoaspiración.



La ceremonia ha estado presidida por el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, y concelebrada por el nuncio apostólico de España, Bernardito Auza; el cardenal arzobispo de Barcelona, ​​Juan José Omella, todos los obispos de las diócesis catalanas, los abades de Montserrat y Poblet, junto con más de un centenar de sacerdotes.

Entre los asistentes, una numerosa representación de la familia, miembros de la Curia diocesana y autoridades civiles, entre ellas la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas; las consejeras Lourdes Ciuró, de Justicia, y Gemma Geis, de Universidades; el presidente de la Diputación de Girona, Miquel Noguer; y la directora general de Asuntos Religiosos, Yvonne Griley, entre otros cargos institucionales.

A primera hora de la mañana se instalaba la capilla ardiente con el féretro del obispo, que ha ido recibiendo la visita de los fieles. A las 11:30 horas, y ya con la catedral llena, comenzaba la ceremonia con una procesión de entrada. Durante su homilía, Planellas ha mencionado el ‘Cántico de las Criaturas’ de san Francisco de Asís para remarcar la muerte como una “hermana” de la que nadie puede escapar.

“Misionero incansable”

Para Planellas, la realidad de la muerte nos hace experimentar nuestra pobreza más absoluta. Por ello, ha hecho un llamamiento a la esperanza: “Caminemos hacia la esperanza, hasta nuestro encuentro con Dios; la vida del obispo Francesc ha sido rebosante de este caminar en la esperanza”.

El prelado ha definido a Pardo como un “misionero incansable”: “Con una actividad que le ocupaba plenamente. Donde verdaderamente gozaba era yendo a las parroquias, estando entre la gente le salía lo mejor de sí mismo”. Ha alabado la entrega generosa y el legado de pastor y ha revelado que en su testamento espiritual ha dejado escrito: “Doy gracias a Dios de haberme escogido pastor, a semejanza de Cristo el buen pastor, de la Iglesia de Girona, a la que quiero con todas mis fuerzas ya la que he procurado servir en estos años”.

Al final de la misa, el administrador diocesano, Lluís Suñer, y uno de los hermanos del obispo, Pere Pardo, han dirigido unas palabras de despedida y de agradecimiento. Seguidamente, se ha procedido a dar sepultura al cuerpo en el centro de la nave, entre el presbiterio y el órgano, justo al lado de la tumba del obispo Josep Cartañà, el último que fue enterrado en el templo, en 1963.

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