El Papa advierte en Malta sobre el peligro “de tener siempre en los labios el nombre de Jesús, pero negarlo con nuestros actos”

“Los fariseos nos dicen que incluso en nuestra religiosidad puede arrastrarse el gusano de la hipocresía y el hábito de señalar con el dedo”, ha señalado el Pontífice en su homilía de hoy

Malta

Durante su visita apostólica a Malta, el papa Francisco ha celebrado este domingo la eucaristía en Piazzale dei Granai, en Floriana. Y, en su homilía, el Papa ha reflexionado acerca del relato evangélico de la mujer adúltera acusada por los fariseos y perdonada por Jesús.



“En ellos vemos la imagen de aquellos que se jactan de ser justos, de ser observantes de la ley de Dios, personas justas y decentes pero que no prestan atención a sus propias faltas, sino que tienen mucho cuidado de encontrar las de los demás”, ha señalado Francisco.

“Hermanos y hermanas, estos personajes nos dicen que incluso en nuestra religiosidad puede arrastrarse el gusano de la hipocresía y el hábito de señalar con el dedo”, ha recordado el Papa. Y es que “siempre existe el peligro de malinterpretar a Jesús, de tener su nombre en los labios pero, de hecho, negarlo”. Por ello, la única forma de “verificar si somos discípulos en la escuela del Maestro” es “desde nuestra mirada, desde cómo miramos a los demás y desde cómo nos miramos a nosotros mismos”.

Cambiar por el perdón

De hecho, en “cómo miramos al prójimo” se puede demostrar “si lo hacemos como Jesús nos muestra hoy, es decir, con una mirada de misericordia, o de una manera enjuiciadora, a veces incluso despectiva, como los acusadores del Evangelio, que se alzan como campeones de Dios pero no se dan cuenta que pisotean a los hermanos”. “En realidad, quien cree defender la fe señalando con el dedo a los demás, también tendrá una visión religiosa, pero no abraza el espíritu del Evangelio, porque se olvida de la misericordia, que es el corazón de Dios”, ha aseverado el Pontífice.

Además, el Papa ha añadido que para “comprender si somos verdaderos discípulos del Maestro, también es necesario verificar cómo nos miramos a nosotros mismos”, ya que “los acusadores de la mujer están convencidos de que no tienen nada que aprender”. “En efecto, para Jesús lo que cuenta es la apertura disponible de quien no se siente llegado, sino necesitado de salvación”, ya que “cuando abrimos nuestro corazón a la verdad, él puede obrar maravillas en nosotros”.

Por otro lado, Francisco ha subrayado que la vida de esta mujer “cambia gracias al perdón”. “El Señor quiere que también nosotros sus discípulos, nosotros como Iglesia, perdonados por él, seamos testigos incansables de la reconciliación: testigos de un Dios para quien no existe la palabra irrecuperable”, de un Dios que siempre perdona, siempre perdona”, ha añadido.

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