El arzobispado de Madrid desmonta 10 ‘fake news’ sobre los abusos

  • El Proyecto Repara desmiente “falsas creencias que distorsionan la verdad”
  • “Los casos del pasado son casos del presente”, defienden en un vídeo

El Proyecto Repara del arzobispado de Madrid desmonta, en un vídeo hecho público hoy, 10 ‘fake news’ sobre los abusos. Con el objetivo de desmentir “falsas creencias sobre los abusos y sus consecuencias que distorsionan la verdad y la respuesta ante una realidad tan dolorosa”, confronta algunas de las afirmaciones más escuchadas a la hora de abordar la cuestión, como que “la denuncia daña a la Iglesia”, que “en la actualidad ya no hay casos”, que “los abusos solo se dan en el ámbito familiar” o que “no tiene sentido hablar de abusos del pasado”.



“Los prejuicios de la sociedad y la estigmatización de las víctimas obstaculizan las actuaciones que son necesarias y urgentes. Para dejar atrás las falsas creencias se requiere una información veraz, comunicación y transparencia“, sentencian.

Un decálogo contra las ‘fake news’

1. La denuncia ayuda: A aquellos que sostienen que la denuncia daña a la Iglesia, Repara les recuerda que, “en realidad, las denuncias por posibles abusos ayudan a afrontar y prevenir que se produzcan este tipo de situaciones. Lo que realmente le perjudica es el silenciamiento y la desconfianza respecto de las víctimas”.

2. Las víctimas necesitan sanar sus heridas: Fruto del trabajo diario con víctimas, Repara desmiente que estas busquen dañar a la Iglesia y destaca que lo que necesitan es “sanar sus heridas”, tan profundas que muchas veces “incluso se resisten a dar el nombre de quien abusó de ellas” o no se atreven a “nombrar lo que han sufrido” hasta “30 o 40 años después”. “El paso del tiempo no cura las heridas. El dolor no prescribe”, insiste.

3. Es necesario denunciar los posibles casos de abusos: Frente a quienes defienden que en la actualidad ya no hay casos de abusos en la Iglesia, reconoce que el hecho de “que no haya denuncias no significa que no haya casos. Además, los casos del pasado son casos del presente. Sobre todo cuando la herida de la víctima sigue abierta y aunque quien abusó haya fallecido”.

4. Las víctimas son las grandes perjudicadas: “La mayoría de denuncias son fundadas. Por lo general no hay denuncias falsas, sino difíciles de probar. Quien se declara víctima de abuso y denuncia tiene poco que ganar y mucho que perder”, afirma.

5. Un único caso de abuso ya son demasiados: Repara rehúye de las justificaciones de que los abusos se dan en otros entornos y de que en la Iglesia “el porcentaje es mínimo”. Es cierto que “los abusos se producen mayoritariamente en el seno familiar”, pero “no exclusivamente” y “cuando se dan en la Iglesia es todavía más grave y más escandaloso porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética”. “Un único caso de abusos ya son demasiados. Si en la Iglesia se descubre un solo caso de abuso, representa ya en sí mismo una auténtica monstruosidad”, agrega.

6. No creer a las víctimas implica doble dolor: “Los niños pocas veces inventan historias relacionadas con su intimidad. No pueden fantasear detalles de una actividad sexual cuyo conocimiento es absolutamente inapropiado para su edad”, señala.

7. Los niños y las niñas son víctimas: “No se pueden descargar en el niño conductas seductoras con fines sexuales ni hablar de consentimiento”, indica.

8. No hay edad mínima ni máxima para las víctimas: “En una relación asimétrica basada en el abuso de poder, y que acaba en abuso sexual, no hay consentimiento”, dado que “la libertad de la víctima ha quedado comprometida por el tipo de relación que tiene con quien abusa de ella”, sostiene.

9. Quien abusa vulnera a la víctima, la vuelve vulnerada: “En el abuso se vulnera la dignidad de la víctima. La vulnerabilidad no es algo que tiene la víctima, como si se tratase de un defecto, sino algo que provoca quien abusa. Es la relación de abuso la que conduce a la persona a una situación de vulnerabilidad”, subraya.

10. El dolor de las víctimas no prescribe: “El paso del tiempo no cura las heridas. Hay víctimas que se atreven a nombrar lo que han sufrido 30 o 40 años después”, concluye.

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