Salvador Cristau: “Hay buena convivencia en Cataluña”

Salvador Cristau Coll, obispo de Terrassa

Salvador Cristau Coll (Barcelona, 1950) es el nuevo obispo de Terrassa. Francisco nombró el 3 de diciembre al hasta ahora administrador diocesano y obispo auxiliar para relevar a José Ángel Saiz Meneses tras su marcha a Sevilla en junio. El prelado catalán toma el timón de una diócesis que construyó desde cero en 2004 junto a Saiz Meneses.



Al principio como vicario general, a los seis años fue nombrado auxiliar por Benedicto XVI. Once años después, se le encarga pastorear la diócesis, como mínimo, durante cuatro años, fecha en la que deberá presentar su renuncia por edad.

PREGUNTA.- Se podría decir que es un nombramiento natural…

RESPUESTA.- Lo acogí con agradecimiento al Señor y al papa Francisco por la confianza que me manifiestan ambos con este encargo. Vine junto a José Ángel Saiz y estuve desde el primer momento como vicario general y rector de la catedral, después he estado también en otros menesteres. Todo ello me ha permitido conocer la diócesis en profundidad.

Respeto común

P.- ¿Nos puede chivar algún consejo que le haya dado el hoy arzobispo de Sevilla?

R.- (Risas) No recuerdo qué me dijo exactamente al enterarse, pero que tuviera ánimo y que adelante para continuar lo que hemos emprendido juntos. Aunque él llevaba el timón de la nave, porque esa es su misión, he estado a su lado desde el primer momento y hemos trabajado conjuntamente.

P.- Los obispos de la Tarraconense han llamado siempre a la concordia pese a las distintas sensibilidades políticas de los fieles. ¿Cómo es la convivencia hoy en Cataluña?

R.- Es evidente que hay buena convivencia y así tiene que ser en toda España. Entendemos que hay maneras de pensar distintas. Sobre todo, es un tema de sensibilidades más que de pensamiento y se necesita mucho respeto mutuo. Debemos aprender a respetarnos mutuamente. Las comunidades cristianas tienen además una exigencia más grande que es el amor: tenemos que querernos como hermanos independientemente de nuestras preferencias. También debemos trabajar mucho por la comunión, que, por otro lado, es un objetivo del Sínodo.

Estamos en un mundo secularizado, muy distante de Dios, que quiere arrasar toda referencia a Él. Si encima los cristianos nos dividimos o nos enfrentamos, no podremos dar el testimonio de Evangelio que Jesucristo nos propone. Comunión, respeto y evangelización deben ser nuestros objetivos. Así, como obispos debemos actuar con delicadeza, no digo prudencia, que también, pero con delicadeza.

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