La esperanza es un inmigrante japonés

El espacio O_LUMEN inaugura el curso con una exposición del creador autodidacta Masaaki Hasegawa, todo “un camino de exploración” tras la pandemia

Masaaki Hasegawa

Esperanza, luz en esta oscuridad, es lo que necesitamos. Y ese es el mensaje, la obra, la vida, el regalo que Masaaki Hasegawa, artista japonés, autodidacta y afincado en Madrid, ha instalado en el espacio para las artes y la palabra que es O_LUMEN (Claudio Coello, 141).



“Esta es una exposición única, de un chico inmigrante de Japón, para compartir un mensaje de esperanza –explica el propio artista–, ver cómo he integrado diferentes puntos de vista. Me ha inspirado mucho la vida en España, pero también mi país, una combinación que proyecta algo único. Espero que esa experiencia en sí misma produzca un impacto positivo en la vida diaria del visitante”.

Masaaki –que es también su nombre artístico– no ha dudado en titular Esperanza esta experiencia inmersiva por una treintena de piezas, que van desde el expresionismo a la caligrafía japonesa, pasando por la obra Lo que fue, es o será, realizada con inteligencia artificial, que busca “demostrar las posibilidades infinitas que tenemos en nuestra vida”.

“El título tiene dos sentidos: uno, porque ahora vivimos en la época de pandemia, no sabemos exactamente cómo será el futuro ni cómo vamos a vivir el próximo año. El segundo –detalla– tiene que ver con mi propia vida. Soy una persona que he padecido mucho dolor y he vivido muchas cosas difíciles. Mi vida siempre ha sido un desafío. Pero ahora tengo algo muy bonito y quería compartir este mensaje de esperanza, que nos ayuda, que nos da energía para sobrevivir en momentos difíciles”.

Curiosidad, más que talento

Inmigrante en España desde hace ocho años, Masaaki ha encontrado en el arte conceptual su razón de ser. “Tengo tanta curiosidad, que mi vida ha sido, es, un largo camino de exploración del mundo y sus posibilidades. Antes de ser artista, hace poco más de diez años, era luchador profesional, luego trabajé en el mundo financiero y en una empresa de software –recuerda–. Antes de cumplir los 30, escribí tres libros en tres idiomas sobre creatividad. No es que yo sea una persona con talento, sino que siempre intento explorar todas las oportunidades, aunque tenga un montón de fracasos. Y estoy muy orgulloso de poder decir que he fracasado muchas más veces que los demás. No sé si tengo talento, pero lo que sí tengo es esa capacidad para creer en mis posibilidades”.

Su arte enseña, reflexiona, conmueve, comparte, invita, encuentra. “He vivido con gente de diferentes valores, religiones y países. La mayoría de mi vida he estado en Japón, pero practicaba taekwondo, así que pasé mucho tiempo con migrantes coreanos. También viví en Australia y en Tel-Aviv, donde estudié el judaísmo –enumera con un buen castellano–. Tanta gente distinta me ha enseñado que lo importante es qué intención tenemos mientras vivimos en esta tierra. La cuestión para mí es cómo superar las barreras. Por ejemplo, en España siempre soy extranjero, así que me enfoco en pensar en cómo podría compartir algo en común, que pueda definirnos juntos y no separarnos por una etiqueta. Lo más importante no es quién soy, sino cómo pienso”.

Lea más:
Noticias relacionadas
Compartir