El patriarca de Líbano pide un líder suní que asuma cuanto antes el mando tras la renuncia del primer ministro

El cardenal Béchara Boutros Raï ha denunciado que el país “es como un rebaño sin pastor”

Boutros Raï, patriarca de la Iglesia Maronita

El pasado 15 de julio, el primer ministro libanés designado, Saad Hariri –musulmán sunita–, renunciaba a su cargo después de varios meses tratando de formar gobierno en el país. Una noticia que caía como un jarro de agua fría al pueblo del Líbano, el cual veía como, en pocas horas, se incrementaban los enfrentamientos en las calles de Beirut. Nuevamente sin la posibilidad de alcanzar la paz, el Líbano parece “un rebaño sin pastor”. Así, al menos, lo definía el cardenal Béchara Boutros Raï, patriarca de Antioquía de los Maronitas, tal como recoge Aci Prensa, en su homilía de ayer en Diman. En ella, también clamaba por la formación cuanto antes de un gobierno que garantice la paz en el país, liderado por un musulmán suní, tal como manda la constitución del Líbano.



“La primera necesidad urgente que hay que abordar sin demora”, subrayaba el purpurado, “es la de encontrar un representante político suní al que confiar la formación de un nuevo gobierno, tras la renuncia de Hariri”. Al mismo tiempo, el Patriarca afirmaba ante los fieles que el país “no se está enfrentando a una crisis gubernamental normal, sino a una crisis nacional que, para ser abordada y superada, requiere el esfuerzo de todos, así como el apoyo de países amigos”.

Necesidad de un nuevo gobierno

“Sólo siguiendo este camino será posible reconstruir el marco de una coexistencia en medio de las diferencias”, decía Boutros Raï. Algo que, además, “es el sello de la identidad libanesa, y que al mismo tiempo representa también la contribución más valiosa que el País de los Cedros puede ofrecer a los pueblos de Oriente Medio, una región en la que las fuertes identidades culturales y religiosas corren siempre el riesgo de ser absorbidas y explotadas en los conflictos sectarios”.

“Sin un gobierno fuerte y reconocido internacionalmente”, aseveraba el cardenal, “no llegaremos a ninguna parte”, ya que sin un ejecutivo “no se puede poner freno a la corrupción rampante y a la arbitrariedad de los clanes de poder”. De continuar en esta situación, “seguirán prevaleciendo la impunidad, la connivencia y el encubrimiento que siguen saboteando las investigaciones sobre la responsabilidad de las explosiones que devastaron el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020″, así como “también desaparecerá la necesidad urgente de controlar y revisar el trabajo del Banco Central del Líbano, así como la necesidad de crear sistemas adecuados para contrarrestar el despilfarro y el saqueo sistemático de los recursos públicos”.

Noticias relacionadas
Compartir