“Tregua de silencio y reflexión” en la Iglesia de Perú tras las elecciones

Simpatizantes del candidato presidencial Pedro Castillo

Tras un interminable escrutinio, los peruanos han elegido presidente por un estrecho margen –solo 44.058 votos de diferencia– a Pedro Castillo (50,12 % de los apoyos), de Perú Libre, frente a la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori (49,87 %), en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el 6 de junio. Este dato obligará al nuevo mandatario a dialogar para lograr un clima de gobernabilidad en un país por el que, en menos de cinco años, han pasado cuatro presidentes.



Así lo entiende el cardenal Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo y primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal, al asegurar a Vida Nueva que Castillo está llamado propiciar un acercamiento con Fujimori que lleve a los peruanos a encontrar los caminos de la amistad social para acortar la brecha de inequidad, principal causa de todos los males en el país.

En cuanto al perfil “izquierdista” del próximo presidente, Barreto sostiene que “no nos debemos asustar por las diferencias, lo importante es buscar juntos el bienestar de los más vulnerables, aprender de la historia para no cometer errores y, sobre todo, garantizar que la democracia impere en nuestra patria, porque la democracia es uno de los sistemas más cercanos a la verdad”.

Proclama ciudadana

Desde el inicio de la campaña electoral, la Iglesia ha abanderado un proceso de formación ciudadana para motivar el voto consciente y responsable, llegando a propiciar la llamada ‘proclama ciudadana’, un pacto previo entre Fujimori y Castillo para respetar los resultados, aun cuando en última instancia ambos lo incumplieron.

Pese a todo, el purpurado confía en la voluntad popular “manifestada en el voto”, porque “la campaña ya terminó y no es momento de competir, debemos respetar los resultados para salir del atolladero”. “Todos los peruanos –reconoce Barreto a esta revista– estamos llamados a darnos una tregua de silencio y reflexión por el bien del país. La democracia necesita personas ponderadas, no impulsivas. Estamos llamados a construir relaciones de amistad social. No hay que estar presos de las emociones”.

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