Luis Argüello comparte su preocupación ante “posibles enmiendas que abran el ejercicio del suicidio asistido hacia la autodeterminación y se presente como culmen de la libertad”
Sokolov (Czech Republic), 24/02/2021.- A healthcare worker cares for COVID-19 patient in an intensive care unit at the department of anesthesiology and resuscitation (ICU) at Sokolov Hospital, in Sokolov, Czech Republic, 24 February 2021. According to the Czech Ministry of Health, the capacity of intensive care beds in hospitals is close to absolute exhaustion, with about 15 percent available. The government will ask the Chamber of Deputies to extend the state of emergency, and the government plans to tighten measures to spread the epidemic of COVID-19 caused by the SARS-CoV-2. (República Checa) EFE/EPA/MARTIN DIVISEK
Los obispos también están preparando “un texto genérico” sobre un testamento vital para hacer frente a la ley de eutanasia que ultima el Gobierno, además de unas “orientaciones” para que las diócesis puedan ajustarlo a las diferentes comunidades autónomas, teniendo en cuenta que la Sanidad es una competencia transferida a los Ejecutivas regionales.
Se trataría de “una declaración de últimas voluntades”, entre la que se incluiría cómo la persona desea, no solo enfrentarse a la muerte, sino qué tipo de cuidados paliativos querría recibir. El documento, elaborado por la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida se ha remitido ya a la Asamblea Plenaria que tiene previsto aprobarlo en su próxima convocatoria.
Así lo ha definido el secretario general de la Conferencia Episcopal Luis Argüello, durante la rueda de prensa posterior a la celebración de la Comisión Permanente que ha tenido lugar entre el 23 y 24 de febrero en Madrid con formato semipresencial. Este nuevo documento iría en línea del que ya se difundió a partir de 2002 después del intento del Ejecutivo socialista de Rodríguez Zapatero de aprobar una ley de muerte digna.
Sobre la reforma legislativa que se tramita ahora en el Senado, Argüello comentó que siempre ha despertado “preocupación” en los obispos, un malestar que va a más a medida que “las posibles enmiendas abran el ejercicio del suicidio asistido hacia la autodeterminación y se presente como culmen de la libertad”. “Nos preocupa sobremanera”, insistió el portavoz de los obispos, que defendió cómo “la vida es un don que acogemos y que fundamenta todos los derechos para que sea respetada por terceros”. “Estas perspectivas de ampliación no hacen más que agravar la calificación negativa que la ley nos merecía”, reiteró.