El papa Francisco escribe el prólogo del libro de poemas de un joven italiano

“Y cuando llegues a donde todavía no hemos llegado, ten el valor de esperarnos” (Christus vivit). Con estas palabras comienza el prólogo del recién publicado poemario ‘Rimas por sorpresa’, del joven autor italiano Luca Milanese. Y esa cita de la exhortación apostólica dedicada a los jóvenes da paso a unas palabras de un lector muy especial: el papa Francisco.



Así, tal como ha publicado en exclusiva la revista jesuita La Civiltà Cattolica en un artículo firmado por su director, Antonio Spadaro, el Papa ha escrito personalmente las primeras páginas del libro. “La belleza de la que Luca es portador no surge de un trabajo agotador sobre grandes temas o de una cuidadosa elección de palabras eruditas, sino que surge como una habilidad espontánea para resaltar la interioridad que habita y que hace emerger con las palabras adecuadas, viendo vínculos incluso allí donde aparentemente no los hay, sabe cómo captar en cosas aparentemente aleatorias una profundidad nueva y diferente”.

Ternura en dos direcciones

“La poesía de Luca”, continúa Francisco, “en realidad es diferente, podríamos llamarla ‘canciones sin notas’”, porque el joven poeta escribe con “una mirada interior de la cual la palabra representa parte de la música, el instrumento que usa para cavar y entregar al oyente, no tanto un concepto sino una experiencia.”

Además, el Papa anima en sus palabras a escuchar: “Si nuestro tiempo es pobre en poesía, no es porque la belleza haya fallado, sino porque nos cuesta escuchar”, ya que “la poesía es una ternura en dos direcciones: para quien la escribe y para quien la escucha”, subraya.

Por su parte, Spadaro afirma que el gesto de Francisco escribiendo este prólogo “es subversivo” porque, al hacerlo, “no elige lo conocido y consolidado, sino lo amargo que crece”. “Pone su firma”, continúa Spadaro, “en las palabras de quienes no tienen un discurso completo reconocido como tal”, dirigiendo de esta manera su interés “al trabajo en curso”. Con ello, el Papa “nos hace comprender que es en esta tensión donde encontramos la clave del hoy: en observar lo que se desarrolla, y no la fruta madura”.

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