Luego de que a principios de este mes se anunciara que el padre Pedro Pantoja había dado positivo a Covid-19, este viernes 18 de diciembre se dio a conocer su fallecimiento.
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El sacerdote jesuita, de 76 años de edad, fue durante los últimos 20 años un gran referente en la defensa de los derechos humanos de los migrantes y refugiados.
La Diócesis de Saltillo pidió oración por el alma del padre Pantoja, así como por la pronta resignación de sus familiares, amigas, amigos y el personal de la Casa del Migrante “Belén”, de la que era director desde 2002.
El sacerdote acompañó varias luchas sociales, logrando mejora de salario para jornaleros de California y de condiciones laborales para obreros de Coahuila, además de la construcción de una casa para migrantes en Ciudad Acuña y en Saltillo, Coahuila, tema que ocupó su vida los últimos 30 años.
El obispo de Ciudad Juárez, responsable de la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano, hizo públicas sus condolencias por el fallecimiento del padre Pantoja de quien dijo: “fue un trabajador incansable en favor de los más vulnerables”.
La valentía de su discurso
“Que su ejemplo nos impulse a seguir trabajando para promover el Reino de Dios, con justicia, entre las personas migrantes”, añadió.
Por su parte, a través de un mensaje en Twitter, la Oficina en México del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para los Derechos Humanos, Defensa y Promoción de los Derechos de todas las Personas, lamentó el fallecimiento del padre Pedro Pantoja, “gran defensor de los derechos humanos, migrantes y otras personas en situación de vulnerabilidad. Su vida fue testimonio de entrega para ‘no dejar a nadie atrás’”.
De igual modo, la Agencia de la ONU para los Refugiados en México, resaltó la “valentía de su discurso, la congruencia de su trabajo y la humildad que lo caracterizó, su legado vivirá por siempre, superando cualquier frontera”.
