La Iglesia cubana pide “que cesen todos los bloqueos, externos e internos, y se dé paso a la iniciativa creadora”

Cuba

Con motivo de la festividad de la Virgen de Guadalupe, este pasado 12 de diciembre, la Conferencia Episcopal de Cuba ha difundido en su página web un mensaje de Navidad con el que pretenden abrazar al pueblo cubano y al conjunto de la humanidad.



Como celebran, “el anuncio de la Buena Noticia del Nacimiento de Jesucristo, el Salvador”, siempre presente, “llega hoy a todos los cubanos y al mundo entero en momentos en los cuales anhelamos encontrar la fuente de la alegría y de la esperanza verdaderas que todos necesitamos para vislumbrar un futuro mejor y más seguro en medio de las dificultades que padecemos”.

Esperanza en tiempos de pandemia

En medio de la pandemia que azota al planeta, los obispos cubanos piden acogerse a la esperanza que nace del encuentro con Jesús: “Él sabe lo que necesitamos, Él desea lo mejor para cada uno, Él no quiere que estemos desesperados ni angustiados, sino felices, llenos de la esperanza que nace del verdadero amor y de la confianza en Dios, que procura y puede realizar lo mejor para todo ser humano”.

Con la vista en “la primera Navidad”, cuando “el amor de Dios” se encarnó “en la oscuridad de la noche y en la extrema pobreza”, los pastores aseguran que “Dios se ha acercado al mundo, ha venido a acompañar como hombre la vida de cada persona, familia y pueblo para todos los tiempos. Su presencia en el pesebre de Belén es un rayo de luz que ilumina las pobrezas materiales de aquella Noche Santa y las innumerables noches de la historia de los hombres, en las que las sombras del desaliento hacen desaparecer la esperanza y la alegría de los corazones”.

Un pueblo cansado y agobiado

Centrados en su realidad nacional, los obispos son conscientes de que “miramos a un pueblo cansado y agobiado, y, sintiéndonos parte de él, invitamos a todos los cubanos a dirigirnos a Jesús, el Hijo de Dios que se hace hombre, para que podamos encontrar el alivio y el consuelo, la paz y la esperanza que tanto necesitamos”.

“Las carencias materiales –profundizan–, el cansancio espiritual, la insuficiente economía personal, familiar y nacional que afectan duramente la vida presente y ensombrecen el futuro, están pesando en el alma de la inmensa mayoría de los cubanos. La crisis económica ya existente, la pandemia del Covid-19 y las consecuencias de los fenómenos naturales provocan en la población temores e incertidumbres”.

Con los más desfavorecidos

Ante esta realidad, expresan “nuestra cercanía hacia los más desfavorecidos: los pensionistas, los desempleados, las madres solteras, los enfermos, los presos y los ancianos que viven solos y en situación de necesidad. Detrás de las categorías antes mencionadas hay rostros y nombres concretos que están reclamando, por parte del Estado y de toda la sociedad, una atención cuidadosa y eficaz a fin de aliviar los sufrimientos y socorrerlos en sus necesidades”.

En medio de esta situación, los pastores valoran que, “además de las propuestas de solución aportadas por las autoridades del país, se han expresado otras tantas”, fruto del “genuino amor y compromiso de los cubanos” con su tierra. Una “diversidad de sugerencias”, por cierto, que ven como “una riqueza y un signo de que Cuba es una sociedad emprendedora y rica en talentos”.

Escuchar todas las propuestas

Por ello, defienden que “todas las propuestas deben ser escuchadas y atendidas”. De lo contrario, como enfatiza el papa Francisco, se reflejaría un fenómeno preocupante: “La falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder o, en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar”.

“El auténtico diálogo social –continúan apoyándose en lo expresado por Bergoglio– supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro (…). Desde su identidad, el otro tiene algo que aportar, y es deseable que profundice y exponga su propia posición para que el debate público sea más completo todavía”.

Una lista de “buenas noticias”

Con el fin de concretar su mensaje, los pastores enuncian las que serían “buenas noticias” para los cubanos. Entre ellas, “que las cosas cambien para bien y en paz”; “que el agobio por conseguir los alimentos se convierta en un sereno compartir el pan cotidiano en familia”; “que el anunciado reajuste de la economía nacional, lejos de aumentar las preocupaciones de muchos, ayude a que cada cual pueda sostener a su familia con un trabajo digno, con el salario suficiente y con la siempre necesaria justicia social”; “que se eviten la violencia, la confrontación, el insulto y la descalificación para crear un ambiente de amistad social y fraternidad universal”; “que la intolerancia dé paso a una sana pluralidad, al diálogo y a la negociación entre los que tienen opiniones y criterios distintos”; “que los cubanos no tengamos que buscar fuera del país lo que debemos encontrar dentro”; “que no tengamos que esperar a que nos den desde arriba lo que debemos y podemos construir nosotros mismos desde abajo”; “que cesen todos los bloqueos, externos e internos, y se dé paso a la iniciativa creadora, a la liberación de las fuerzas productivas y a leyes que favorezcan la iniciativa de cada cubano”.

De este modo, “cada uno sentirá y podrá ser protagonista de su proyecto de vida” y, en consecuencia, “la nación avanzará hacia un desarrollo humano integral”. Algo soñado por Dios para todos los hombres, como marca el Evangelio, que “nos anuncia las señales que identifican al verdadero Mesías: no hace ruido, da paz. Nace con dolor, pero provoca alegría. No nace en palacios, sino en un establo con los más pobres y sin techo”.

Un cielo que nunca llega

“El verdadero Salvador –ahondan los obispos en un párrafo especialmente significativo– no busca las luces; hoy pudiéramos decir que no es mediático, sino que ayuda a encender la luz que cada cual lleva dentro y no apaga la mecha vacilante. No promete, se sacrifica. No arenga, se entrega. No aliena a los pobres de la tierra con un cielo que nunca llega, sino que siembra paz, libertad y esperanza, para que podamos comenzar la construcción del Reino de los Cielos ya en la tierra, pero sabiendo que aquí nunca se encuentra la felicidad perfecta”.

Fijada ahora la vista en la Virgen de la Caridad del Cobre, los prelados le piden a la venerada patrona “que ilumine y conceda acierto y rectitud a quienes están conduciendo el actual proceso de ordenamiento monetario, así como también le pedimos por todos nosotros, para que pacíficamente logremos lo mejor para Cuba y todos sus hijos”.

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