La Iglesia española, ante el caos migratorio en Canarias: “España y la UE no pueden crear guetos insulares”

No suele ser habitual -o no lo era hasta ahora- una reacción tan inmediata del conjunto de los obispos respecto a las cuestiones de actualidad vinculadas a las crisis sociales de nuestro país. Rompe esta dinámica la declaración sobre la situación de los migrantes en las Islas Canarias aprobada por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española y que hoy se ha dado a conocer.



En el documento, los pastores hacen prácticamente suyo el texto ya elaborado por los prelados insulares para denunciar que “la Unión Europea y el Estado español han de asumir que no se pueden crear guetos insulares para evadir el problema migratorio”.

Conjunto de acciones

“Es imprescindible crear en los países de origen posibilidades concretas de vivir con dignidad y simultáneamente, en los de destino, salvar su vida y hacernos cargo de su existencia a través de un conjunto de acciones que el Papa resume en ‘acoger, proteger, promover e integrar’”, apuntan en el texto.

Los obispos recogen las distintas aristas del drama migratorio, desde las guerras y las dictaduras del continente africano pasando por el hambre y las persecuciones religiosas, para defender la búsqueda de “el equilibrio adecuado entre la protección de los derechos de los ciudadanos y la garantía de acogida y asistencia a los migrantes”.

Dolor e indiferencia

“No podemos permanecer ajenos a su dolor ni indiferentes a la hora de valorar la extraordinaria aportación de los que llegan a nuestras sociedades envejecidas”, expresan los obispos frente a los discursos que estigmatizan a los ciudadanos extranjeros.

A partir del documento, en la rueda de prensa conclusiva a la Plenaria, el secretario general de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, hizo hincapié en que “este no es un problema exclusivamente canario, el resto de ciudadanos españoles debemos caer en la cuenta de que es una problemática global y, desde ahí, seguir la pauta del Papa Francisco porque lo considera un signo de los tiempos, dentro de una economía global que pone unas dificultades muy grandes a la movilidad de las personas”.

Con respecto a la decisión del Tribunal Constitucional de avalar las devoluciones en caliente, el portavoz episcopal se mostró prudente: “No sé si es competencia nuestra manifestarnos sobre la constitucionalidad de esta medida”. En cualquier caso, aseveró que “un cristiano no puede negar lo que nosotros es innegable: la radical dignidad de toda vida humana y la fraternidad de todos”.

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