Justin Welby sobre ‘Fratelli Tutti’: “El buen samaritano superó el nacionalismo y los prejuicios con un amor incondicional”

El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, durante una misa archivo

Hace un año, el papa Francisco se encontraba en el Vaticano con el arzobispo de Carterbury, Justin Welby. Hoy, en plena pandemia del Covid-19 y después de que el Papa haya publicado una nueva encíclica sobre la fraternidad humana, el prelado hace memoria de su encuentro y cómo ha cambiado el mundo en apenas unos meses en una entrevista concedida a Alessantro Gisotti para L’Osservatore Romano.



Ante la pandemia, Welby ha subrayado que la tarea de aquellos que dirigen la Iglesia es “dar testimonio de esperanza en tiempos difíciles”, ya que “Jesús no vino a traer esperanza a un mundo en el que las cosas iban bien, sino a un mundo frágil y roto, un mundo lleno de gente frágil, herida y pecadora”. Por ello, “los cristianos están llamados a ser personas de esperanza, lo que se demuestra en la forma en que viven juntos como una comunidad”.

Y es que, como ha subrayado el arzobispo, “la vida humana es frágil, y la enfermedad y la muerte generalizadas nos hacen entender esto de una manera abrupta y dramática. Sin embargo, la vida eterna es justamente eso, eterna”. Por ello, “Dios también nos llama a hacer que la vida terrenal refleje mejor la vida celestial, ya que una conduce a la otra”.

Una relación de amor y cuidado

En cuanto a la nueva encíclica del papa Francisco, ‘Fratelli Tutti’, ha señalado que se trata de un documento “muy intenso” que propone “una visión sistemática, ambiciosa y valiente para un mundo futuro mejor” basándose, para ello, “en la Cristología, con Cristo en su centro”. Del mismo modo, es una misiva que “aborda seriamente la inmensidad y complejidad de la humanidad”.

“En la encíclica hay un capítulo muy intenso que examina la parábola del buen samaritano”, ha apuntado Welby. “El buen samaritano superó el nacionalismo y los prejuicios con un amor incondicional” y, precisamente, “en esa relación de amor y cuidado no había ni un judío ni un samaritano, sino dos seres humanos, uno en necesidad y el otro proveyendo esa necesidad”. De esta manera, “la respuesta cristiana al egoísmo” debe ser “el amor, un mensaje que recorre toda la carta de Su Santidad”.

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