Mario Iceta, el nuevo arzobispo de Burgos que aterrizó ‘Amoris laetitia’

Mario Iceta

Mario Iceta es el nuevo arzobispo de Burgos. Este médico de 55 años deja la diócesis de Bilbao después de doce años de servicio a la diócesis vasca, para sustituir a Fidel Herráez, que se jubila a los 76 años.



Iceta se pone al frente de la provincia eclesiástica de Burgos y da carpetazo así a los rumores que desde hace más de un año le situaban como arzobispo de Sevilla. Su nuevo destino supone un respaldo para él en su apuesta personal por hacer realidad la exhortación ‘Amoris laetitia’ en nuestro país, un empeño en remozar la pastoral familiar al estilo del papa Francisco que le ha generado más de un quebradero de cabeza, como se ha dejado sentir en la refundación del instituto Juan Pablo II.

Sucesor de Blázquez

Más allá de sus encargos en Añastro en los últimos años al frente de la subcomisión de Familia, también ha sabido lidiar con las dificultades de estar al frente de la diócesis de Bilbao, en pleno proceso de reconciliación tras la desaparición de ETA. Fue el actual cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, quien confió en él como obispo auxiliar, lo que le llevó a asumir poco a poco el pastoreo de la región.

Él mismo reconoce en un mensaje publicado en la web diocesana que ha recibido en este tiempo muchas “muestras de cariño y afecto” que “seguirán latiendo con fuerza”, además de poner en valor que en Bilbao se encuentran sus raíces. No en vano nació en Guernika, lo que le hace poner en valor cómo en estas tierras ha recibido “inmenso don de la fe”.

Llegará en diciembre

Iceta ya tiene fecha de toma de posesión: será el próximo 5 de diciembre en la catedral de Burgos, que celebra su VIII centenario. El sábado anterior, 28 de noviembre, celebrará una Eucaristía de Acción de Gracias en la catedral de Bilbao. Con esta agenda prevista, se plantea como meta en su nueva etapa “servir y cuidar” con plena “entrega y afecto” al “Pueblo de Dios que peregrina en Castilla”.

Con la prudencia que le caracteriza, ha pedido paciencia a sus nuevos feligreses, a quienes les advierte de que “los primeros andares siempre son inseguros y las primeras palabras vacilantes”. Aún así, se ha planteado un objetivo: conocerles uno a uno: “Ojalá calmada y personalmente a todos y cada uno”.

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