El papa Francisco no recibirá al jefe de la diplomacia estadounidense durante su visita al Vaticano

Cuando falta poco más de un mes para que se celebren elecciones en Estados Unidos, en las que el presidente Donald Trump espera ser reelegido, el secretario de Estado del Gobierno de Washington, Mike Pompeo, realiza esta semana una gira por Europa con etapas en Grecia, Italia y Croacia que incluye una parada en el Vaticano, donde se reunirá con su homólogo de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, y con el secretario para las relaciones con los Estados, Paul Gallagher.



A diferencia de lo ocurrido en octubre del año pasado, esta vez Pompeo no será recibido por el papa Francisco, que no mantiene audiencias con personalidades políticas cuando están en campaña electoral. Trata de evitar así que el encuentro pueda ser instrumentalizado de cara a la cita electoral en sus respectivos países. Durante su estancia en la capital italiana, el jefe de la diplomacia estadounidense participará en un encuentro sobre libertad religiosa organizado por la embajada de su país ante la Santa Sede.

Autoridad moral en peligro

La llegada de Pompeo a Roma se produce pocos días después de que arremetiera contra la renovación del acuerdo que firmaron hace dos años el Vaticano y China para desatascar el nombramiento de obispos en el país asiático. Consideró que la Santa Sede “pondría en peligro su autoridad moral si renovase” este pacto, cuyo contenido completo nunca fue hecho público, según algunos medios por voluntad expresa de Pekín. Aunque el acuerdo pretendía “ayudar a los católicos chinos”, la situación de los fieles “ha empeorado” desde entonces debido a los “abusos” cometidos por las autoridades chinas, advirtió el secretario de Estado estadounidense.

Parolin y Gallagher tendrán oportunidad de explicar a Pompeo por qué la Santa Sede va a renovar el pacto, según adelantaron tanto el propio secretario de Estado vaticano como fuentes del Gobierno chino. Este supuso un histórico paso adelante en las relaciones con Pekín, interrumpidas en 1951, al tiempo que impulsó la generación de confianza entre ambas partes de cara a un futuro restablecimiento de las relaciones diplomáticas. El Papa ha comentado en varias ocasiones que le gustaría poder visitar China.

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