Cardenal Marx: “La crisis del coronavirus debería fortalecer las fuerzas de solidaridad y orientarnos hacia el bien común”

El cardenal Reinhard Marx, durante una intervención arzobispo de Múnich archivo

El cardenal Reinhard Marx considera que la crisis del coronavirus debería servir para fortalecer las fuerzas de solidaridad y orientación hacia el “bien común del mundo”. Así lo ha expresado en un artículo recogido por Katholisch y en el que, además, el ex presidente de la Conferencia Episcopal alemana advierte que la polarización, el nacionalismo y el fundamentalismo han ido incrementándose en los últimos años, y es precisamente ahora, con esta crisis, cuando tienen su auge. 



“Las crisis también producen nuevos términos y nuevas ideas. A principios de año, ¿quién podría haber adivinado lo que pasaría en todo el mundo en el transcurso de estos meses? ¿Quién había conocido anteriormente el término “confinamiento”, que ha estado en boca de todos desde entonces?”, escribe el cardenal. “Hemos visto de una manera dramática que nuestra vida y nuestra historia, en última instancia, no pueden planificarse ni predecirse de forma fiable”.

Marx ha subrayado que las críticas a la globalización “puramente económica, que básicamente solo obliga a los países y las economías a adaptarse al capitalismo acelerado”, está más que “justificada”, ya que “ese camino no era y no es sostenible”. Del mismo modo, advierte de que “la necesaria orientación hacia el multilateralismo, hacia un orden mundial común, hacia la cooperación, ha pasado más bien al unilateralismo, el interés propio y la competencia entre grandes potencias en los distintos niveles”.

Hacia el bien común

En este momento en el que el coronavirus ha puesto sobre la mesa la realidad del mundo actual, “se ve cuán crucial es el estado, la comunidad, cuán importante es la discusión sobre el estado y el mercado, sobre el bien común, los bienes públicos y los intereses privados y la relación correcta entre sí“. Y es que, si algo enseña toda esta experiencia, opina el cardenal, es que “el mercado por sí solo no resuelve los problemas sociales, políticos y ecológicos, sino que tiende incluso a exacerbarlos”.

“En este sentido, se podría decir que la preocupación por la casa común, como el Papa Francisco describió tan enfáticamente en la encíclica Laudato sí’, ha aumentado bastante”, apunta, “pero la probabilidad de que las fuerzas se unan para hacer que esta casa sea habitable y sostenible para todos es bastante débil”. En realidad, la crisis del coronavirus “debería fortalecer las fuerzas de solidaridad y orientarnos hacia el ‘bien común’. Entonces la crisis también sería una oportunidad”.

Sin embargo, Marx advierte que, en los últimos años, se ha experimentado “en muchos países, incluidos los EE.UU y Europa, que la polarización, el nacionalismo y el fundamentalismo político y religioso (en todas las religiones) están aumentando y esto a veces se asocia con burdas teorías de conspiración y acusaciones descaradas”. Todo ello, a su vez, dificulta que sea posible alcanzar la “solidaridad mundial”, ya que “la creciente desigualdad hará que esta opción sea aún más difícil”.

Contra el fundamentalismo religioso

“Por supuesto, incluso en esta crisis, la Iglesia tiene que hablar principalmente de Dios. De un Dios que creó el mundo, pero que no nos deja solos”, añade. “Para nosotros, como cristianos, ahora es aún más evidente que en todas las catástrofes personales y sociales la imagen del Dios crucificado, es decir, el Dios que nos mira en la figura de Jesús de Nazaret, es un gran signo de esperanza”, subraya. “Al mismo tiempo, este es un compromiso con un Dios que es el Padre de todas las personas, no solo de los cristianos” y, por tanto, “todo fundamentalismo es incompatible con la fe en Dios Padre y Jesucristo”.

“Pero es precisamente en esta crisis que los fundamentalismos se están fortaleciendo en el ámbito de la religión, así es mi impresión”, asevera. “La fe y la religión se utilizan con fines políticos, ideologías, demarcación y odio. Las crisis no son solo puntos de partida para una nueva comprensión, sino a menudo lugares de miedo y demarcación”, ha subrayado el cardenal.

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