El arzobispo de Córdoba, Carlos Ñañez, denuncia el virus de la corrupción que padece la Argentina

“En nuestra Argentina, desde hace ya muchos años, padecemos otro virus tan o más grave que el coronavirus, el virus de la corrupción”. Estas fueron las palabras que emitió el arzobispo cordobés, en la homilía de este domingo 17° durante el año, en alusión a la parábola del trigo y la cizaña.



Para Carlos Ñañez, la corrupción hace llamar bien al mal y mal al bien, y anima al que es esclavo de ese vicio a actuar en consecuencia. Este mal ya fue denunciado por el profeta Isaías.

El arzobispo señaló que “por momentos pareciera que no hay disposición de luchar contra el virus de la corrupción. Es como si nos afectara la ceguera o la sordera, de la que hablaba Jesús el domingo pasado”.

¿Posible solución?

Según su opinión, para hacer frente a esta lucha “debe haber una decidida y constante reacción personal: no transar con la mentira, no pactar con el mal, no aceptar los escándalos, de los que habla Jesús”, en el Evangelio.

El obispo propone: “No aprobar lo que es incorrecto, ilegal, no festejar de ningún modo al que obra de esa manera”. Y recuerda la enseñanza de Juan Pablo II, en su visita a la provincia de Córdoba, en abril de 1987: “Más bien, se trata de ‘ahogar el mal en abundancia de bien’“.

Sin buscar “sacar ventajas de la corrupción, Ñañez aconsejó oponerse a la corrupción, forjando un clima que impulse a vivir en la verdad y a practicar el bien, “tanto en las cosas pequeñas como en las grandes e importantes”.

A modo de oración, pidió a Dios fortaleza para superar el virus de la corrupción “que perjudica a los más débiles y pobres, que los usa, que les da migajas sin importarle nada de su verdadero bienestar y dignidad, que no los socorre, ni mucho menos los promueve”.

En esta conclusión, también se refirió a la pobreza, “un verdadero escándalo en un país potencialmente rico, como el que Dios nuestro Señor, en su Providencia, nos ha regalado a los argentinos”.

Fuente: AICA

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