Santiago Agrelo: “Al pueblo africano lo empobrecemos y luego pretendemos que se queden allí a disfrutar de su pobreza”

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“Comprendo muy bien a la gente en España que ve a los inmigrantes como extraños y casi como un estorbo; gente que no tiene derecho a venir a este mundo en el que nosotros estamos y que es nuestro mundo. Los comprendo porque es la idea que yo tenía cuando estuve aquí y solo cuando los tuve delante entendí que allí había derechos fundamentales violados. Y entendí que quienes estábamos impidiendo el ejercicio de esos derechos somos nosotros, quienes nos creemos que tenemos derecho a cerrar nuestras fronteras. Eso lo aprendes en contacto con la realidad”. Así se expresa el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, en una amplia entrevista con El Confidencial, en la que el religioso franciscano, ya de vuelta en su Galicia natal, aprovecha para regalar una catequesis sobre la realidad de la inmigración.



“Lo que es evidente es que Europa tiene muchísimo que ver con el hambre en África. Si miramos el mapa de África hace un siglo, solo encontrará banderas europeas. La descolonización dejó un mapa de banderas africanas, pero no hay economías africanas, sino economías dependientes de los mismos señores y recursos naturales explotados siempre por los mismos explotadores. Europeos, norteamericanos, canadienses, chinos, rusos, indúes… África continúa siendo el continente al que todos van a sacar recursos y nadie deja que el pueblo africano pueda vivir de sus recursos”, indica el prelado para luego rematar: “Los desposeemos, los empobrecemos y luego pretendemos que se queden allí a disfrutar de su pobreza y que no vengan a molestarnos en nuestro mundo rico, gracias a las riquezas que se sacaron de África”.

Agrelo continúa su argumentación con una pregunta: “¿Cuántos son los inmigrantes subsaharianos que han llamado a las puertas de Europa?”. Él mismo se responde: “Caben todos en Galicia. ¿Cuántos pueblos abandonados hay en las Castillas? Cómo se casa la realidad de la ‘España vaciada’ con ese razonamiento de que los inmigrantes no caben en Europa. Pues claro que caben, lo que pasa es que no los queremos, que es algo muy distinto”.

“También hay fundamentalismo cristiano”

Desde su conocimiento del mundo islámico, responde al digital sobre el fundamentalismo: “Los grupos fundamentalistas no tienen como objetivo a los cristianos, sino a todo el mundo, incluidos los musulmanes que no son fundamentalistas. Una cosa es el fundamentalismo, que lo hay en todas las ideologías, que también existe en el cristianismo, y otra cosa es la convivencia de los musulmanes y los cristianos. Los franciscanos estamos en Marruecos desde los tiempos de san Francisco y siempre hemos estado en minoría y en santa paz. Quiero decir que tanto las autoridades como el pueblo marroquí han acogido siempre a la comunidad cristiana y lo mismo ha ocurrido, que yo sepa, con la comunidad judía. Lo normal, lo tradicional, ha sido siempre la solidaridad, la convivencia, la familiaridad”.

Agrelo insiste en que “en el mundo hay muchos enfrentamientos armados que nada tienen que ver con el mundo musulmán. Y a la hora de hablar de un fundamentalismo que mata, imagínese las muertes que provoca el fundamentalismo de quienes cierran los puertos y dejan que los inmigrantes se hundan en el mar. No nos podemos lavar las manos ante eso. Ese es un fundamentalismo político, ideológico y, supuestamente, ligado a creencias cristianas. Comprenderá la gracia que me hace ver a alguien con el rosario en la mano diciendo aquí no entra ni Dios”.

El franciscano es tajante y advierte que no puede admitir, “bajo ningún concepto, que al pobre que va en busca de futuro se le considere una especie de soldado, oculto en un caballo, para invadir Europa. Esa es una imagen que deforma el hambre y el sufrimiento de los inmigrantes y destroza sus vidas. Condena a muerte a miles y miles de personas. He oído a altos representantes de la Iglesia católica diciendo que los inmigrantes eran el ‘caballo de Troya’ del Islam para islamizar Europa… El hambriento tiene derecho al pan donde lo haya y nosotros tenemos pan, con lo cual ellos vendrán aquí. Sanseacabó”.

En este sentido, remata: “Qué me importa si el hambriento sea islamista, protestante o anglicano. No me importa nada. La pobreza, la necesidad, es lo que cuenta, no las etiquetas. Y si lo que preocupa son las tasas de natalidad de los inmigrantes que no son cristianos, pues no se puede pensar en blindar una Europa cristiana e infecunda”.

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