Cuando Vivaldi era “el cura rojo”

Vivaldi

El compositor veneciano Antonio Vivaldi (1678-1741) es uno de los grandes maestros del Barroco musical, dejando como legado 865 obras, entre ellas, 46 óperas. Su genio creativo fue tal que ha conseguido lo que solo pueden lograr los escogidos: dejar huella en la Historia. Y es que, hasta quienes afirman no tener ningún gusto por la música clásica, reconocen perfectamente el inicio de ‘Las cuatro estaciones’.



Lo que no es tan de dominio público de Vivaldi (aunque esas curiosidades son degustadas por sus entusiastas) son datos curiosos de su biografía como que, el día que nació, hubo un terremoto y se le bautizó en el momento; que quien le insufló su pasión por el violín fue su padre, al que acompañaba por todo a Venecia tocando el instrumento; o que uno de los músicos más importantes de todos los tiempos fue sacerdote y era conocido como “el cura rojo”, por su pelo pelirrojo.

Navidad como exorcista

Tras ingresar en el seminario en 1693, con apenas 15 años, pasó la siguiente década formándose, hasta ser consagrado sacerdote en 1703. Un camino en el que fue pasando por todas las etapas, incluida la de exorcista, nombrándole para ello en la Navidad de 1695.

Eso sí, el camino de Vivaldi como sacerdote al uso duró poco… Solo un año después de su consagración, alegó una maltrecha salud y se le dispensó de toda obligación, incluida la de celebrar la eucaristía.

Sin dar el paso de secularizarse, su día a día ya era en el Ospedale de la Pietà, enseñando música a las huérfanas internas. Desde entonces y hasta su muerte en Viena (adonde viajó para tratar de ingresar en la corte imperial, lo que le llevó a arruinarse, muriendo pobre), Vivaldi se entregó siempre con todas sus fuerzas a la que era su verdadera vocación: aquella por la que, incluso hoy, cuando suenan ‘Las cuatro estaciones’, cualquiera puede tararear lo que nació de su mente.

Abundante música sacra

Por supuesto, sus diez años de formación religiosa y su año de sacerdote en activo dejaron una impronta espiritual en Vivaldi que canalizó en muchas de sus composiciones, como ‘El Kyrie’, ‘Dixit Dominus’, ‘Beatus vi’, ‘Magnificat’, ‘Lauda Jerusalem’, ‘Judit trinfante’ o ‘Moyses Deus Pharaoni’.

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