Julio Martínez ante el coronavirus: “Necesitamos una globalización que nos haga más humanos y más cercanos”

La evolución del estado de alarma por la pandemia del coronavirus ha ido sufriendo una evolución en la que han ido cargándose de matices los debates sobre el papel de la ciudadanía en el confinamiento y la recuperación de la normalidad. Para analizar el espacio público que surge en el “mundo post COVID-19”, la Fundación Pablo VI ha reunido dentro de la serie de Foros de Encuentros Interdisciplinares, al rector de la Universidad Pontificia Comillas, el jesuita Julio Martínez, y al expresidente del Senado, Juan José Laborda.



Una democracia débil

A lo largo de una hora, el pasado 19 de mayo, ambos han debatido sobre el escenario que deja tras de sí la pandemia en lo que a política, instituciones, libertades o relaciones internacionales se refiere. En este sentido, el último fenómeno son las protestas reclamando el deterioro de los derechos y libertades durante el estado de alarma. Para Martínez, “la pandemia está proporcionando una visibilidad a cosas que ya funcionaban mal y que con ellas se agravan como la posibilidad real del agotamiento de la democracia que ya habían evidenciado los populismos de derechas e izquierdas”. Para el rector, “no se pueden hacer experimentos con los derechos de los ciudadanos normalizando situaciones que conducen a una sociedad del control y la vigilancia”, señala poniendo ejemplos de censura informativa o falta de transparencia por parte de los gobernantes. Hay que “ponerse a favor de la persona y de la libertad, lo que no implica ir contra el Gobierno”, reivindica.

Laborda advierte, acudiendo a la historia, de la “tentación de quienes quieres imponer el poder sobre las normas” en un tiempo de ausencia de liderazgo mundial consistente. Además, “hay una lucha por ver quien gana la carrera por la eficacia entre un modelo de la democracia liberal y la de patrón ‘chino’ que relega las libertades individuales”, señala. En este escenario, apunta tendencias que marcan la situación como el hecho de la desinformación desde los canales tradicionales y los nuevos, el “déficit del sentimiento comunitario” o la soledad que genera una sociedad hiperconectada.

Respuesta global

Un fenómeno curioso es que un virus que ha tenido alcance mundial, no haya encontrado el eco de una respuesta globalizada. “El estado nacional no había muerto”, recuerda el rector, “aunque las grandes cuestiones que afectan al mundo no entienden de fronteras como el cambio climático, la pobreza y la desigualdad o los refugiados”. “Una globalización que nos haga más humanos y más cercanos para compartir la ciencia, la búsqueda de soluciones conjuntas”, reivindica Martínez invocando la Doctrina Social de la Iglesia.

Ante este planteamiento, Laborda reclama que “no sea el poder económico el que gobierna la globalización” en un momento en el que la políticas y las instituciones internacionales se encuentran en peligro. “Han propuesto soluciones arcaicas ante una problemática nueva en la que estamos viendo la peor cara de la globalización”, señala apuntando a la falta de entendimiento de los líderes mundiales. Estas rectas antiguas como el cierre de fronteras o el estado de alarma, advierte, “no frenará los populismos”. “Se necesitan respuestas y seguridades y no solo la búsqueda de enemigos”, reclama el rector denunciando las estrategias de los populismos en un momento de crisis que reclama un tipo de política menos apegada a la ideología y más centrada en el bien común con toda la riqueza y pluralidad de la sociedad “que no quiere ser absorbida o sustituida por el estado”, apunta Julio Martínez.

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