El Papa advierte en la audiencia general de que “nuestro peor enemigo está escondido en el corazón”

El papa Francisco, en la audiencia general en la biblioteca del Palacio Apostólico

“Para ver a Dios no hace falta cambiar de gafas, de punto de observación o de autor teológico que enseña el camino; hace falta liberar el corazón de sus engaños. Ese es el único camino”. El papa Francisco ofreció a los católicos esta recomendación durante la audiencia general que presidió este miércoles en el interior de la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano para evitar los contagios de la pandemia del coronavirus.



El Pontífice centró su catequesis en la sexta bienaventuranza, que dice: “Dichosos los que tienen el corazón puro, porque ellos verán a Dios”. Explicó que la “maduración decisiva” que lleva al creyente a poder ver a Dios viene cuando “nos damos cuenta de que nuestro peor enemigo, a menudo, está escondido en nuestro corazón”. Es por ello que la batalla “más noble” es la que se libra “contra los engaños interiores que generan nuestros pecados”.

En su alocución, el obispo de Roma ofreció una respuesta a qué supone tener un corazón puro: “Significa conservar en nuestro interior lo que es digno de una relación auténtica con el Señor, y llevar una vida integra, lineal y sencilla en su Presencia. Tener un corazón puro es un camino de purificación interior”. Para completar ese proceso es necesario darse cuenta de “la influencia del mal que hay en nosotros” para dejarse “conducir con docilidad por el Espíritu Santo”. Se completa así un camino de maduración “que supone renuncia, sinceridad y valentía”.

Presencia en los pobres

Francisco destacó que ver a Dios también significa saber entender “las señales de la Providencia en lo que nos sucede” y reconocer su presencia “en los sacramentos y en los hermanos, sobre todo en los pobres y en los que sufren”. Esta realidad es fruto del Espíritu Santo, que hace “un trabajo serio”, dijo el Papa, siempre que se le deje “un espacio para que lo haga”. “Por eso podemos decir que es una obra de Dios en nosotros que nos lleva a una gran alegría, a una paz verdadera y profunda”, comentó finalmente el Pontífice.

A diferencia de las últimas audiencias generales y Ángelus, este miércoles el Papa no se refirió directamente a la pandemia del coronavirus. Solo pidió a los fieles que tengan presentes “en estos momentos de prueba y oscuridad, a todos nuestros hermanos y hermanas que sufren, y a quienes los ayudan y acompañan con amor y generosidad”.

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