Zen vuelve a la carga: acusa a Parolin de promover una “Iglesia cismática” en China

El cardenal Joseph Zen y el Papa Francisco

El cardenal Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong y la voz eclesial más crítica contra el acuerdo Roma-Pekín para el nombramiento de obispos en China, ha vuelto a arremeter contra el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de Francisco, de quien asegura que “manipula al Papa, al menos en lo que respecta a la Iglesia en China”.



La nueva denuncia de Zen es otra carta al cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio de Cardenales, con quien el purpurado está manteniendo una correspondencia pública, no dudando en subir el texto a su blog. Así, asegura no creer la versión de Re según la cual el actual acuerdo sigue la línea con China adoptada ya por Juan Pablo II y Benedicto XVI, asegurando él que Ratzinger se negó a ratificar el mismo pacto que sí ha aceptado Bergoglio.

El acuerdo no es público

Para el emérito de Hong Kong, es ilustrativo que el acuerdo “no haya sido publicado”, ocultándose, según su percepción, que “se concede un papel deliberativo al Gobierno chino en la selección de los obispos y se pone en riesgo de persecución a muchos de los católicos en China”. De hecho, reclama al decano del Colegio de Cardenales que le muestre el documento que ratifica el aval de Benedicto XVI, tal y como asegura este haber cotejado en el archivo.

Zen deplora la creciente influencia de Parolin: “Es difícil entender cómo este hombre se ha vuelto tan poderoso para dominar toda la Curia romana”. En este sentido, le achaca con dureza su “descortés” decisión de “cerrar” la Comisión sobre la Iglesia en China que se estableció bajo Benedicto XVI e incluía a funcionarios del Vaticano y a líderes de la Iglesia de la región.

“Descaradamente malvado e inmoral”

Yendo más allá, el purpurado tacha a Parolin de “descaradamente malvado e inmoral” por la pautas pastorales que, en junio del pasado año, el Gobierno chino impuso, con el apoyo del Vaticano, al conjunto de los sacerdotes del país. Para él, este código legal va “contra la moral” católica y “legitima una Iglesia cismática”.

Para pesar del emérito de Hong Kong, la histórica Iglesia clandestina es “cada vez más abandonada”, considerada ya en la práctica como “un inconveniente, casi como un obstáculo para la unidad”, mientras que “la comunidad oficialmente reconocida por el Gobierno, los oportunistas”, ganan toda la influencia.

“¿Vamos –se pregunta Zen– hacia la unidad de la Iglesia en China? ¿Qué tipo de unidad? ¿Qué tipo de iglesia?”.

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