San José de Anchieta y Toribio de Mogrovejo, ¿por qué Francisco les pone como ejemplo en la exhortación ‘Querida Amazonía’?

“Cualquier propuesta de maduración en la vida cristiana necesita tener como eje permanente este anuncio, porque toda formación cristiana es ante todo la profundización del kerygma que se va haciendo carne cada vez más y mejor”, dice Francisco en el punto 65 de la exhortación ‘Querida Amazonía’. “La reacción fundamental ante ese anuncio, cuando logra provocar un encuentro personal con el Señor, es la caridad fraterna”, y eso es lo que entendieron y vivieron “grandes evangelizadores de América latina como santo Toribio de Mogrovejo o san José de Anchieta”.



El Papa pone como ejemplo a estos dos hombres que, en el siglo XVI, parecen encarnar dos de los grandes aspectos que han movido el Sínodo de la Amazonía y, ahora su exhortación: en primer lugar, el respeto hacia la zona y sus habitantes, así como la lucha contra las injusticias y abusos que se cometen en la zona, destruyéndola; por otra parte, la escucha y la entrega a la misión, pero sin proselitismo.

Lucha contra el maltrato a los indígenas

Toribio de Mogrovejo partió desde España, donde era presidente del Tribunal de Granada, hacia Lima, al ser nombrado arzobispo, para lo que fue ordenado sacerdote. La arquidiócesis de Lima tenía, en aquel momento, dominio en Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y algunas zonas de Argentina.

Al llegar, en 1581, pudo comprobar los abusos que llevaban a cabo los conquistadores en el territorio y sus gentes ante la pasividad de los sacerdotes. En este contexto, la lucha contra la decadencia espiritual de los colonos y el maltrato se convirtió en el principal objetivo del nuevo arzobispo.

Sin embargo, estas medidas trajeron consigo la persecución por parte de quienes cometían las injusticias. Sin embargo, Mogrovejo continuó, visitando hasta en tres ocasiones toda la arquidiócesis, a pié, conociendo la realidad de sus gentes y evangelizando. De hecho, así vivió el resto de sus días, hasta que, en 1606, falleció en la pequeña capilla de una apartada región en la que se encontraba predicando.

Dejarse interpelar por las realidades

Santo Toribio de Mogrovejo fue canonizado en 1726 por el papa Benedicto XIII, mediante la bula ‘Quoniam Spiritus’. A día de hoy es reconocido como el patrono del episcopado de América latina. Por su parte, el jesuita tinerfeño José de Anchieta fue canonizado por Francisco en 2014.

Anchieta estudió en Portugal, vinculado siempre a la Compañía de Jesús. En 1551 sintió la llamada a la misión, animado por lo que contaba san Francisco Javier en sus cartas. Finalmente, en 1553 llegó a Bahía (Brasil), donde comenzó una evangelización basada en dejarse interpelar por los indígenas y su realidad.

De esta manera, se asentó junto a ellos, aprendiendo la lengua tupí y guaraní. Comenzó a entender sus costumbres y mitología, lo que le serviría para contemplar el mundo desde su perspectiva. Asimismo, les enseñó la gramática portuguesa, y se le considera pionero en apreciar la raíz común de las lenguas indígenas, creando un diccionario y catecismo tupí-guaraní.

Se convirtió, además, en un gran defensor de los derechos de los indígenas, inauguró colegios y, a día de hoy, por su gran producción en dramaturgia y obras literarias (así como de manuales de medicina, fauna y flora) se le considera uno de los principales impulsores de la historia literaria de Brasil. Un país que nunca abandonó, a pesar de que, ya anciano, le ofrecieron trasladarse a otro lugar para su retiro.

Noticias relacionadas
Compartir