Madres trabajadoras: existe un ‘plan C’ para evitar elegir entre familia y carrera

Sofia Borri, de origen argentino, con dos niñas todavía pequeñas, explica que el ‘plan C’ es una experiencia a medio camino entre la empresa y una asociación con espíritu de misión. La misión es encontrar un camino nuevo para las mujeres que después de la maternidad a menudo se quedan sin trabajo.



“Nos vemos obligadas a elegir no entre hijos y carrera, sino entre hijos y una realización personal, sea lo que sea lo que signifique. Nosotras estamos convencidas de que las mujeres que trabajan son mejores madres y que en paralelo han adquirido habilidades que son muy útiles en el campo de las profesiones: la optimización y la gestión precisa del tiempo, la capacidad de tapar agujeros y resolver problemas son los talentos típicos de las mujeres, en casa y fuera de casa”.



Plan C nació en Milán como un espacio de encuentro, co-working y formación para padres primerizos; también trabaja con administraciones públicas y empresas: “Nos gustaría abandonar la mística de la supermujer capaz de hacer equilibrismos entre casa y trabajo que hacen colapsar. Prefiero hablar de sinergia entre la experiencia de la maternidad y la experiencia profesional, mundos que han sido separados pero que deben dialogar”.

El espíritu de Borri, presidenta de la asociación, está impregnado de optimismo parental: “Rita Levi Montalcini afirmó que las mujeres son nuevas en el escenario mundial y, están trayendo un nuevo modelo de liderazgo diferente del liderazgo de control y vertical de antes, ahora obsoleto. Hoy necesitamos una gestión colaborativa, la gestión autónoma del espacio de trabajo, el rediseño, la capacidad de gestionar un grupo: la maternidad es un grupo de aprendizaje precioso y, en cambio, parece que después de convertirse en madres, las mujeres pierden valor”.

Calidad y cantidad

Debemos superar la idea de que las trabajadoras son madres peores que las madres a tiempo completo: “Una mujer trabajadora le quita tiempo a sus hijos, no podemos pensar que solo exista tiempo de calidad: la cantidad es igual de importante. Una madre en el trabajo está mejorando el mundo futuro que vivirán sus hijos, y la preparación de un terreno más fértil es una de las tareas de los padres. Y además una madre que coloca a su hijo en el centro produce de forma inconsciente un modelo de amor asfixiado y poco libre que es perjudicial para su crecimiento: un niño es feliz si no siente todo el peso de la felicidad de sus padres sobre sus hombros”.

Plan C se dirige sabiamente a los padres, alejados durante siglos del cuidado: “En el trabajo saben moverse mejor, pero pagan el precio más alto por no ser reconocidos como padres. Cuando se convierten en padres, el mundo profesional ni siquiera se da cuenta. En casa, durante siglos, los padres nunca han disfrutado de la belleza afectiva del cuidado, pero esta división rígida de roles es peligrosa y ya no funciona”. Borri observa que las parejas con roles tradicionales saltan fácilmente: “Una mujer que se queda en casa después de la llegada de los hijos, encarnando en sí misma el guión de la madre perfecta es una persona que a la larga trae infelicidad a la pareja“.

Plan C apoya los servicios sociales de los ayuntamientos para ayudar a encontrar un camino diferente en la gestión de las problemáticas familiares, y a menudo nace la participación de los padres que se sienten preparados: “Tener un aliado para criar a un hijo en lugar de un ayudante para ser adoctrinado no le quita nada a nuestros hijos, sino que aumenta a dos el número de padres con los que realmente pueden contar. El punto es desmantelar la retórica de la maternidad perfecta que desalienta a las mujeres italianas a convertirse en madres, más bien las desalienta en dar a luz a su segundo hijo: dado que con el primero fue tan agotador, imagina qué puede suceder después. Las mujeres deben desmoronar el mito de la perfección y la hostilidad que lamentablemente sienten con respecto a ellas; personalmente me gustaría convencer a las mujeres para que tengan hijos, a no ser pesimistas. En Argentina decimos que los niños son criados por el mundo y estoy convencida de que no es cierto que no se pueda: el guión puede cambiar“.

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