El Papa al Cuerpo Diplomático: “Una cultura de la división abre el camino al extremismo y a la violencia”

  • Francisco espera que en Venezuela “continúe presente el compromiso de la búsqueda de soluciones”
  • “Deseo que en todo el mundo cese cualquier forma de injusticia, desigualdad y violencia contra las mujeres”
  • El Pontífice apoya el compromiso de los jóvenes para “sensibilizar a los políticos sobre el cambio climático”
  • DOCUMENTOS: Discurso íntegro del papa Francisco al Cuerpo Diplomático 2020

El papa Francisco, en su discurso al Cuerpo Diplomático

“Es necesario que los líderes políticos se esfuercen por restablecer con urgencia una cultura del diálogo para el bien común y para reforzar las instituciones democráticas y promover el respeto del estado de derecho, con el fin de prevenir las desviaciones antidemocráticas, populistas y extremistas”. De esta forma se ha expresado hoy el papa Francisco en la Sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano durante su discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede.



Tras el saludo del decano del Cuerpo Diplomático, George Poulides, embajador de Chipre ante la Santa Sede, el Papa ha comenzado su discurso llamando a la esperanza. “Esperar exige realismo. Requiere ser conscientes de las numerosas cuestiones que afligen nuestra época y de los desafíos que se vislumbran en el horizonte. Exige que se llame a los problemas por su nombre y que se tenga el valor de afrontarlos. Desgraciadamente, el año nuevo no parece estar marcado por signos alentadores, sino por una intensificación de las tensiones y la violencia”, ha indicado.

Y ha añadido: “Es precisamente a la luz de estas circunstancias que no podemos dejar de esperar. Y esperar exige valentía. Pide tener la conciencia de que el mal, el sufrimiento y la muerte no prevalecerán y que incluso las cuestiones más complejas pueden y deben ser afrontadas y resueltas. La paz y el desarrollo humano integral son de hecho el objetivo principal de la Santa Sede en el ámbito de su tarea diplomática”.

Desde Panamá a Japón

Francisco ha articulado su discurso en torno a los viajes que ha realizado en 2019. Desde su visita a Panamá para la Jornada Mundial de la Juventud en enero, al doble viaje a Tailandia y Japón de noviembre.

Sobre su visita a Emiratos Árabes Unidos en febrero, convirtiéndose en el primer papa en pisar la Península Arábiga, ha destacado la firma del ‘Documento sobre la fraternidad humana’ que firmó junto al gran Imán de Al-Azhar. “Se trata de un texto importante, dirigido a favorecer la mutua comprensión entre cristianos y musulmanes, y la convivencia en sociedades cada vez más multiétnicas y multiculturales. Con este fin, es particularmente importante formar a las generaciones futuras en el diálogo interreligioso, como vía principal para el conocimiento, la comprensión y el respaldo recíproco entre los miembros de diversas religiones”.

Por otro lado, en marzo, durante su visita a Marruecos, firmó junto al Rey Mohamed VI un llamamiento conjunto sobre Jerusalén. “Y desde Jerusalén, mi pensamiento no puede dejar de ir a toda la Tierra Santa, para recordar la urgencia de que la Comunidad internacional entera, con valentía y sinceridad, y en el respeto del derecho internacional, confirme de nuevo su compromiso de sostener el proceso de paz israelí-palestino”, ha afirmado.

Compromiso con Oriente Medio

Al mismo tiempo, ha pedido el compromiso de la Comunidad internacional con Oriente Medio. En primer lugar, “me refiero al manto de silencio que intenta cubrir la guerra que ha destruido Siria durante este decenio”. Asimismo, ha expresado su agradecimiento a Jordania y Líbano por su sacrificio para acoger a refugiados. También se ha referido con preocupación a las tensiones entre Irán y Estados Unidos, “que amenazan poner en riesgo ante todo el lento proceso de reconstrucción de Irak”.

Tras recordar sus dos viajes a la Europa del Este, con una primera parada en Bulgaria y Macedonia del Norte, y luego en Rumanía, ha querido, poniendo la vista en Ucrania, hacer un llamamiento a utilizar el diálogo y no las armas.

Al poner el foco en su viaje apostólico a Mozambique, Madagascar y Mauricio, Jorge Mario Bergoglio ha ampliado la mirada a todo el continente africano para denunciar la violencia contra los cristianos perseguidos en Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria. De este modo, ha exhortado a la Comunidad internacional a esforzarse en la lucha contra el terrorismo.

Acoger a los refugiados

Sin moverse del continente negro, ha pedido dar una respuesta internacional “coherente” para afrontar el fenómeno del desplazamiento interno. En este sentido, ha agradecido el recién puesto en marcha Panel de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre desplazamiento interno. En tal prospectiva, ha mirado a Sudán, a la República Centroafricana y a Sudán del Sur, a donde ha vuelto a advertir que espera viajar durante 2020.

Por su parte, ha recordado a las miles de personas, “con legítimas peticiones de asilo y necesidades humanitarias y de protección probada, que no son identificadas adecuadamente. Muchas arriesgan su vida en viajes peligrosos por tierra y sobre todo por mar. Por tanto, es cada vez más urgente que todos los Estados se hagan cargo de la responsabilidad de encontrar soluciones duraderas”.

Para finalizar con todos los países sellados en su pasaporte en este 2019, ha puesto la mirada en Japón para volver a denunciar el uso de armas de destrucción masiva, con el deseo de que la X Conferencia de las Partes encargada del Examen del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares, que se celebrará entre abril y mayo en Nueva York, “consiga encontrar un consenso final y proactivo”.

Una Europa solidaria

El Papa ha continuado su alocución centrándose en el proyecto europeo, que “continúa siendo una garantía fundamental de desarrollo para quien forma parte de él desde hace tiempo y una oportunidad de paz, después de turbulentos conflictos y lesiones, para aquellos países que aspiran a participar. Que Europa no pierda, por tanto, el sentido de solidaridad que desde hace siglos la ha caracterizado, incluso en los momentos más difíciles de su historia. Que no pierda aquel espíritu que hunde sus raíces”, ha indicado, en el momento en el que se ha detenido a recordar el incendio de Notre Dame.

Sobre el 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín, ha destacado que este representa “una cultura de la división que aleja a las personas unas de otras y abre el camino al extremismo y a la violencia. Lo vemos cada vez más en el lenguaje de odio difusamente usado en internet y en los medios de comunicación social. A las barreras del odio, nosotros preferimos los puentes de la reconciliación y de la solidaridad, a lo que aleja escogemos lo que acerca”.

No ha olvidado el Papa tampoco durante su intervención pedir perdón por los abusos. “Como es tristemente conocido, no pocos adultos, entre los que se cuentan varios miembros del clero, fueron responsables de delitos gravísimos contra la dignidad de los jóvenes, niños y adolescentes, violando su inocencia y su intimidad”. Y ha añadido: “La Santa Sede renueva su compromiso para que se investiguen los abusos cometidos y se asegure la protección de los menores, a través de un amplio espectro de normas que consientan afrontar dichos casos en el ámbito del derecho canónico y a través de la colaboración con las autoridades civiles, a nivel local e internacional”. Ante heridas tan graves, el Papa llama a una buena educación. Por ello, ha convocado el evento mundial sobre el pacto educativo global para el 14 de mayo.

Por una ecología integral

Durante su discurso, el Papa ha puesto en valor a los jóvenes y su defensa de la ecología integral. En concreto, ha mostrado su satisfacción por el compromiso de muchos jóvenes para “sensibilizar a los líderes políticos sobre la cuestión del cambio climático”. Y es que “el cuidado de nuestra Casa común debe ser una preocupación de todos y no el objeto de una contraposición ideológica entre las diferentes visiones de la realidad, ni mucho menos entre las generaciones, porque ‘en contacto con la naturaleza —como nos recordaba Benedicto XVI—, la persona recobra su justa dimensión, se redescubre criatura, pequeña pero al mismo tiempo única, capaz de Dios porque interiormente está abierta al Infinito'”.

Sin embargo, Francisco ha lamentado que el compromiso de los jóvenes no esté siendo acogida por la política internacional, cuya “respuesta es todavía muy débil y fuente de gran preocupación” como se demostró en la COP25. En este sentido, no ha obviado el Sínodo sobre la Amazonía celebrado en Octubre, que fue “un evento esencialmente eclesial, promovido por la voluntad de ponerse a la escucha de las esperanzas y de los desafíos de la Iglesia en la Amazonía y de abrir nuevos caminos al anuncio del Evangelio al Pueblo de Dios, especialmente a las poblaciones indígenas. Por tanto, la Asamblea sinodal no podía eximirse de tocar, desde la ecología integral, también otras temáticas, que tienen que ver con la vida misma de esa región”.

Deteniéndose en América, ha mostrado su preocupación por la “multiplicación de crisis políticas que se van extendiendo en numerosos países, con tensiones e insólitas formas de violencia que empeoran los conflictos sociales y generan graves consecuencias socioeconómicas y humanitarias”. “Las polarizaciones, cada vez más fuertes, no ayudan a resolver los auténticos y urgentes problemas de los ciudadanos, sobre todo de los más pobres y vulnerables, y mucho menos lo logra la violencia, que por ningún motivo puede ser adoptada como instrumento para afrontar las cuestiones políticas y sociales”, ha añadido recordando especialmente a Venezuela, donde espera que “continúe presente el compromiso de la búsqueda de soluciones”.

Antes de concluir su discurso, el Papa ha recordado que este año se celebra el 70 aniversario de la proclamación de la Asunción de la Virgen María al cielo. “Con la mirada en María, deseo dirigir un recuerdo particular a todas las mujeres, deseando que en todo el mundo se reconozca siempre más el precioso papel de las mujeres en la sociedad y cese cualquier forma de injusticia, desigualdad y violencia contra ellas”.

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