Óscar Puente: “Me ven como un bicho raro por ser un político de izquierdas que va a misa”

Alcalde de Valladolod

No se anda con paños calientes. Ni se escuda en circunloquios. Se sabe católico y socialista. O a la inversa, sin que el orden altere el producto. En el mismo pack de este abogado van tanto la portavocía de la Ejecutiva Federal del PSOE como formar parte de la cofradía del Descendimiento. No hay esquizofrenia ideológica y espiritual en Óscar Puente (Valladolid, 1968), casado y padre de dos hijas.



PREGUNTA.- Hace un tiempo, ‘Vida Nueva’ convocó un encuentro de jóvenes cristianos de partidos de todo el arco parlamentario. A todos los miraban de reojo en sus parroquias por su compromiso político y resultaban sospechosos en sus formaciones por ser católicos. Como si fueran agentes dobles. ¿Usted ha experimentado esa sensación?

RESPUESTA.- No tengo tan claro que un político del PP o de Ciudadanos tenga esa misma sensación que yo, que me siento un pez fuera del agua en demasiadas situaciones. Aunque dentro del PSOE hay un respeto muy grande por las creencias religiosas, en los pronunciamientos públicos más claros puedes llegar a resultar un extraño, incluso una nota discordante.

Por otro lado, ser un político de izquierdas que lleva a sus hijas a catequesis y participa en la eucaristía, hace que te miren como un bicho raro. Tampoco me han preocupado mucho los comentarios, porque siempre intento hacer las cosas como las veo y creo.

P.- ¿Cayó la Iglesia en la tentación de mimetizarse con una única opción política?

R.- El abrazo de la Iglesia a determinadas opciones políticas es un error. No se puede condenar a partidos que tienen un contenido social cercano al Evangelio porque no compartan posiciones sobre la eutanasia o el aborto. Y considero un error que determinadas formaciones políticas demonicen a la Iglesia, olvidándose de su compromiso social y de su pluralidad. No se puede calificar a la Iglesia y a todos los católicos en función de los pronunciamientos de dos o tres dirigentes eclesiásticos. Muchas veces se toma el todo por la parte y condiciona las relaciones entre los dos ámbitos.

En busca de la armonía

P.- Ahora más, desde que su arzobispo y su obispo auxiliar se convertían en el presidente y el secretario general del Episcopado español…

R.- Con Luis Argüello podríamos hablar casi de una amistad entrañable. Y con Don Ricardo, fueron curiosos nuestros primeros pasos. Cuando él llegó a Valladolid, yo estaba en la oposición y le pedí audiencia. A los pocos días me llamó para decirme que me recibía encantado, pero me pidió que esperara para ver si el alcalde y el presidente de la Diputación daban el paso.

Fue una anécdota que sirvió de punto de partida para edificar una relación de confianza y cordialidad. Nunca ha habido la más mínima fricción. Por ejemplo, hemos cambiado las pautas de la celebración del Día de Todos los Santos, y allí van representantes de todos los grupos junto al arzobispo.

Al principio surgió una disyuntiva sobre los símbolos y mi presencia en las procesiones. Expliqué que gobierno para todos los ciudadanos. A los que creen, independientemente de mis creencias, les acompaño en sus costumbres. Y para los que no creen, no es ningún estorbo el que encabece una procesión. El resultado es una ciudad que convive de forma armoniosa.

P.- ¿Faltan líderes cristianos en la vida pública y la política?

R.- En la Iglesia faltaba Francisco, y espero es que se le dé continuidad. Así recuperará parte de su presencia social y capacidad de influir en la gente. El Papa no ha quebrado su relación con determinadas sensibilidades dentro de la Iglesia, pero se ha abierto a grupos que se sentían desamparados.

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