Las 5 formas de vivir la paz según el papa Francisco

  • La Jornada número 53 tiene como lema ‘La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica’
  • Vida Nueva repasa el mensaje pontificio con diferentes maneras de vivir el precepto evangélico en esta jornada mundial

Desde hace 53 años, el 1 de enero, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz, instaurada por Pablo VI concluido el concilio Vaticano II. En esta ocasión, el lema que el papa Francisco ha elegido para este día es ‘La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica’.



Vida Nueva repasa el mensaje pontificio publicado el pasado 8 de diciembre de 2019 las 5 maneras de vivir la paz que el papa Francisco propone para esta jornada.

1. No hay paz sin esperanza

Es la primera idea que deja el Papa al comienzo de su mensaje: “La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. Esperar en la paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”.

Dice Francisco que “la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables”. “La desconfianza y el miedo aumentan la fragilidad de las relaciones y el riesgo de violencia, en un círculo vicioso que nunca puede conducir a una relación de paz”, añade.

2. No hay paz sin memoria

Recordando el encuentro de los supervivientes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, Francisco señala que “su testimonio despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción”.

“La memoria es, aún más, el horizonte de la esperanza: muchas veces, en la oscuridad de guerras y conflictos, el recuerdo de un pequeño gesto de solidaridad recibido puede inspirar también opciones valientes e incluso heroicas, puede poner en marcha nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las comunidades”, añade.

3. No hay paz sin reconciliación

“Aprender a vivir en el perdón aumenta nuestra capacidad de convertirnos en mujeres y hombres de paz”, es la lección que da Francisco en su mensaje. Una recomendación que el Papa incluso traslada al campo político y económico.

Por ello, el razonamiento lógico para Francisco es claro: “puesto que la cuestión de la paz impregna todas las dimensiones de la vida comunitaria: nunca habrá una paz verdadera a menos que seamos capaces de construir un sistema económico más justo”.

4. No hay paz sin compromiso ecológico

“El maltrato a la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado” no es que sea una actitud muy pacificadora. Por eso, el papa Francisco señala que “ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales –vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza–, necesitamos una conversión ecológica”.

Recordando el reciente Sínodo sobre la Amazonia, el Papa implora que es necesario un “camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común”. “La conversión ecológica a la que apelamos nos lleva a tener una nueva mirada sobre la vida, considerando la generosidad del Creador que nos dio la tierra y que nos recuerda la alegre sobriedad de compartir”, añade.

5. No hay paz sin paciencia

“El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera” dice Francisco sin tapujos. Para ello, hay que “creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. En esto, podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable”.

“La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial”, sostiene el Papa.

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