¿Está Chile en un diálogo de sordos?

Esta tarde de viernes, por tercera vez, la Plaza Italia, de Santiago, está siendo lugar de encuentro para cientos de miles de personas que confluyen en marchas pacíficas, autoconvocadas, procedentes de diversos sectores de la ciudad. También ocurren hechos de violencia que los mismos manifestantes intentan reprimir.

Situaciones de injusticia

“La situación que estamos viviendo estalló por situaciones de injusticia que colmaron el vaso”, asegura el Administrador Apostólico de Santiago, el capuchino Celestino Aós, entrevistado por el periódico “Encuentro” de su arzobispado. “Para la Iglesia, agrega, no está primero ni el éxito económico, ni el beneficio de unos pocos, sino que primero está la persona. Donde haya una vulneración a la justicia, sea en cuanto a la repartición de bienes, al acceso a la salud o el agua, la Iglesia va a levantar su voz, porque eso es lo que recibe como mandato del Señor”.

La explosión social que ya cumple un mes no se calma, pese a la fuerte represión policial y a las ofertas económicas del gobierno. Tampoco las propuestas de parlamentarios o políticos son acogidas. En ellas, no se ven reflejadas las demandas expresadas por las multitudes. Diálogo de sordos.

Aós apunta que “si no se hacen cambios profundos, estaremos hablando de maquillaje y volveremos a repetir la misma historia y el estallido va a ser igual de fuerte o mayor”. Respondiendo a qué esperaría que aborde un nuevo Pacto Social agrega que “la sociedad y los que están sufriendo están muy alertas, y no van a tolerar algo que no se sostiene. Por tanto, creo que tiene que haber cambios profundos, pero los cambios profundos no son sólo en las estructuras, sino que también en las personas. Es indudable que hay que cambiar la Constitución y ciertas estructuras, pero también es indudable que tenemos que cambiar a la persona que está dispuesta a ir a quemar un bien público o a insultar al otro”.

Abrir nuestras iglesias

En tono de autocrítica, Aós indica la necesidad de “ver lo que estamos tratando de hacer ante delitos tan desconcertantes como los abusos, debemos preguntarnos cómo llegamos a esto, pues lo importante es mirar al futuro y pensar qué tenemos que hacer para que esto no vuelva a repetirse, para que no vuelva a haber abusos y para que no haya violencia. Esta es nuestra autocrítica, nosotros no nos erigimos en jueces”.

Concluye llamando al diálogo social. “Si vamos a hacer este Pacto Social, tenemos que hacer lo que podamos en nuestras iglesias. Tenemos infraestructura, locales, salones de catequesis o parroquiales y a veces la gente de la población no tiene otro lugar donde reunirse. Abramos nuestras iglesias, convoquémoslos a que dialoguen, a que expresen sus sentimientos. Hay gente que está muy tensa, con miedo o quizá con rabia”, aseguró el Administrador Apostólico de Santiago.

Paralelo a las marchas y concentraciones masivas, grupos encapuchados provocan desmanes duramente reprimidos por la policía. Según el General Director de Carabineros hay más de 10 mil detenidos y la Cruz Roja dice que hay 2.500 heridos. En incendios y actos violentos han muerto 19 personas.

Respeto a las demandas legítimas

Frente a estos hechos la misión de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha señalado que “la violencia nunca puede ser la respuesta a las demandas sociales y políticas de las personas. El elevado número de heridos y la manera en la cual se han utilizado las armas no letales parecen indicar que el uso de la fuerza fue excesivo y violó los requisitos de necesidad y proporcionalidad“. Por ello, ha urgido a las autoridades “a cesar de inmediato el uso de balines y perdigones”, que han causado más de 170 traumas oculares. “La utilización arbitraria e indiscriminada de este tipo de armas no letales, constituye una violación grave de los derechos humanos y vulnera el principio de proporcionalidad”, aseguraron.

Ante este complejo panorama, en su entrevista al periódico del Arzobispado de Santiago, Aós llama a no justificar la violencia y respetar las demandas legítimas “que se han de manifestar de una manera también legítima, respetuosa”. Pide paciencia porque estos cambios profundos requieren tiempo y “que cada uno piense qué es lo que puede aportar en este momento a Chile. Todos tenemos algo que aportar”, concluye.

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