El cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, ha sido el encargado de leer hoy, 7 de noviembre, el mensaje del papa Francisco dirigido a los participantes en el XXXI Encuentro del Protocolo de Montreal, reunido para tratar el tema de las sustancias que disminuyen la capa de ozono. El encuentro tiene lugar, del 4 al 8 de noviembre en la sede de la FAO en Roma.
“Han pasado casi treinta y cinco años desde la primera convención internacional legalmente vinculante sobre la protección de la capa de ozono”, ha dicho Parolin, un tiempo en el que se han dado “resultados muy positivos”, ya que “muchos estudios, incluso los más recientes”, señalan que el adelgazamiento de la capa de ozono “se está reduciendo gradualmente”.
En este sentido, el cardenal ha subrayado la necesidad de “enfatizar y apreciar cómo surgió la cooperación amplia y fructífera” entre sectores como la comunidad científica, el mundo político, los actores económicos e industriales y la sociedad civil. Todo ello para hacer frente a un problema grave para toda la humanidad y que ha demostrado “lograr resultados importantes, que permiten salvaguardar la creación, promover el desarrollo integral, el bien común y con profundas repercusiones positivas para las generaciones presentes y futuras”.
“Todo está conectado”
Asimismo, Parolin ha trasladado a los presentes “la intención de la Santa Sede de adherirse a la Enmienda Kigali” al Protocolo de Montreal, que entró en vigor el pasado 1 de enero de 2019 como medida para reducir de forma drástica los gases de efecto invernadero y el calentamiento global.
De hecho, la Enmienda pretende evitar que la temperatura media del planeta aumente 0,4ºC para finales de siglo, además de continuar protegiendo la capa de ozono. “Con este gesto, la Santa Sede desea continuar brindando su apoyo moral a aquellos Estados comprometidos con el cuidado de nuestro hogar común”, ha apostillado Parolin.
De la misma manera, ha matizado que el cuidado del planeta pasa por “la educación” y la comprensión de que “todo está conectado”. Por ello, ante el progreso, hay que “preguntarse si sus objetivos están dirigidos al bien común o si causan daño a nuestro mundo y a la calidad de vida de la humanidad, ahora y en el futuro”.
