La última carta semanal del arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro, los frutos inmediatos del Sínodo de la Amazonía. Para el prelado este “acontecimiento extraordinario” ha sido “un espacio de afirmación de identidad y de toma de conciencia de la misión en un ámbito de comunión y participación” como es esta región del planeta.
La reflexión hecha “no nos trae recetas, sino unas claves, unos criterios, unas pequeñas grandes certezas para iluminar y, sobre todo, encender el deseo profundo de quitarnos todo el ropaje innecesario y volver a las raíces, a lo esencial”, según el arzobispo. Por ello, invita a todos a “ser discípulos misioneros en el hoy de nuestros lugares, con una mirada humilde, que desea aprender, con una escucha silenciosa y atenta”.
De la escucha a la conversión
Para Osoro, la asamblea sinodal ha sido una oportunidad para escuchar “las voces de los pobres” y reflexionar “sobre lo precario de sus vidas amenazadas por modelos depredadores de desarrollo, poniendo el foco en que todo lo creado es un bien que se debe proteger”. Por ello, el sínodo, al contemplar las “heridas” de la Amazonía ha reafirmado su apuesta por una “conversión integral”, que se expresa en 4 dimensiones: pastoral, cultural, ecológica y sinodal.
La conversión pastoral tiene que llevar “una salida misionera a los caminos reales de la Amazonía, es una misión itinerante. La Iglesia ha de presentarse como samaritana, misericordiosa y solidaria”. “Una Iglesia que se hace presente y aliada de los pueblos en sus territorios” será el resultado de una “conversión cultural”, para el cardenal.
La “conversión ecológica”, por su parte, “sitúa a la Iglesia como actor clave” en la defensa del Amazonas y la “conversión sinodal” se traduce en diálogo, escucha, discernimiento, consenso y comunión. Algo que implica también a la reflexión sobre el papel del laicado y los ministerios en la Iglesia.
