Rafael Cob: “El Papa no va a echar el freno a las propuestas del Instrumentum laboris sobre la Amazonía”

Rafael Cob, obispo del vicariato de Puyo

“Que bueno sería que nosotros ahora, como Iglesia, reconozcamos el papel de la mujer consagrada y le demos una autoridad oficial, con un mandato apostólico que certifique que ellas son las responsables de toda la vida cristiana en una comunidad”. Así lo remarca Rafael Cob (La Horra, Burgos, 1951), obispo del Vicariato de Puyo y padre sinodal. No titubea y lo tiene meridiano: “La falta de sacerdotes exige replantear la manera de evangelización en la Amazonía”. El misionero español, en conversación con Vida Nueva, comparte su lectura del Sínodo y un anhelo: “Solo espero que nos dejemos guiar por el Espíritu Santo. Y quien no se deje guiar por él va por un camino torcido…”.

PREGUNTA.- Tras el Sínodo sobre la Familia, Francisco público la exhortación ‘Amoris laetitia’, en la que habría la vía al discernimiento a la hora de que los divorciados vueltos a casar pudieran comulgar. ¿Apretará el Papa el freno o pisará el acelerador con propuestas controvertidas del ‘Instrumentum laboris’ como la adaptación de la liturgia o los ministerios laicales?

RESPUESTA.- Si en el discernimiento común de los padres sinodales ante las propuestas que se hagan hay una mayoría aplastante, creo que el Papa no va a dar un frenazo. Tenemos una premisa clara que es escuchar al pueblo y al Espíritu Santo que, en definitiva, es el que nos va a iluminar. Hay que discernir y esto Francisco lo tiene muy claro. Pienso que Francisco va a abrir un cauce para que corra el agua que se necesita para dar vida en abundancia. Este Sínodo va a ser esa agua cristalina que va a fortificar los lugares por donde va pasando.

El Sínodo va a ser muy importante a nivel de organización de Iglesia, tanto por los ministerios que se vayan a aprobar, como por el papel de la mujer y el laicado, porque hay muchos servicios en la Iglesia. Estoy seguro de que saldremos fortalecidos y seremos una Iglesia menos clerical y más participativa por parte del Pueblo de Dios, como nos pedía el Concilio Vaticano II. Y para que lo sea tiene que ser participativa por parte del pueblo que la compone y no con el sacerdote a modo de director de orquesta. Aquí tienen que sonar todos los instrumentos, porque todos somos parte de la Iglesia y, sin duda, necesitamos nuevos caminos de evangelización.

La otra parte importante del Sínodo es la ecología. Esto va a tener repercusión a nivel global, porque va a hacer cambiar la conciencia moral que hoy necesita nuestro mundo frente a problemas globales. Pero no podemos quedarnos únicamente en la concienciación: hay que actuar. Los gobiernos deben tomar decisiones para implementar normas que colaboren en el cuidado de la Casa común, porque podemos irnos a un punto de no retorno. La Iglesia pretende iluminar al planeta sobre el cuidado de la Casa Común.

Lo importante es que no nos quedemos solo en si se va a abolir o no el celibato en la Amazonía. Estamos hablando de una Iglesia más ministerial, más de servicio, más en salida. Una Iglesia con una fuerte dimensión misionera y siempre samaritana. No nos estamos saliendo del margen de la Iglesia, no nos quedemos en lo accidental, se trata de propuestas valientes y creativas para responder a una realidad.

P.- ¿Son los propios indígenas los que están reclamando ministerios a la Iglesia?

R.- En todos los documentos de consulta aparece esta profunda inquietud sobre los ministerios. Ciertamente, en muchas comunidades hay servidores eclesiales. Pero, los ministerios abarcan a todo nivel. Especialmente a los catequistas y a la mujer indígena, que siempre ha sido marginada. Ellas deben recobrar un papel protagonista para que, junto al varón, puedan caminar en la evangelización de sus comunidades. La falta de sacerdotes exige replantear la manera de evangelización en la Amazonía. Debemos partir de la vocación cristiana del bautismo. Laicos, religiosos y sacerdotes formamos un solo cuerpo y una sola familia. Quién sabe si estas nuevas formas tendrán luego su reflejo en toda la Iglesia.

Por otro lado, las religiosas han sido, como todos sabemos, la flecha que ha llegado a los puntos más difíciles, donde nadie quiere ir. Que bueno sería que nosotros ahora, como Iglesia, reconozcamos ese papel de la mujer consagrada y le demos una autoridad oficial, con un mandato apostólico que certifique que ellas son las responsables de toda la vida cristiana en una comunidad, pues ellas están a la vanguardia de la evangelización desde hace décadas. No podemos establecer una desigualdad a la hora de encomendarles tareas.

P.- El ‘Instrumentum laboris’ menciona la necesidad de adaptar la liturgia. ¿Significa esto que se va a pervertir?

R.- El Concilio Vaticano II anima a la Iglesia a inculturarse. Por eso, la cultura de los pueblos en los que evangelizamos deben formar parte también de la liturgia. Eso no quiere decir que se elimine lo esencial. La liturgia es una parte del camino cristiano, que es celebrar la fe. En esa celebración tiene que entrar la cultura del pueblo. Tiene que haber inculturación. Debemos descubrir las semillas del verbo también en la liturgia.

P.- Los pueblos indígenas han denunciado, en ocasiones, el papel colonizador de la Iglesia. ¿Está cambiando esta percepción?

R.- Sí. En esta etapa presinodal se ha puesto de relieve que los pueblos indígenas han topado hoy con una Iglesia cercana, amiga, que se pone a su lado y no delante para conocer su vivencia y compartir e iluminar su realidad.

P.- El Sínodo sobre la Amazonía cuenta con detractores externos. ¿Existe miedo en la Iglesia a multinacionales o gobiernos panamazónicos por situarse al lado de los pueblos originarios?

R.- La Iglesia tiene que ser coherente y esa coherencia tiene que llevarnos siempre a ser servidora del pueblo y estar a su lado. Ya lo dijo Jesucristo claramente: “He venido a anunciar el Evangelio a los más pobres”. La Iglesia tiene que estar al lado de los más pobres y los más pobres están en estos pueblos. Ellos buscan en estos momentos a la Iglesia como aliada, porque las multinacionales invaden sus territorios y los maltratan. Ellos tienen confianza y esperanza en nosotros. Por eso, no debemos tener miedo a que nos apunten con el dedo como apuntaron a Cristo por comer con los pecadores. La Iglesia está allí donde se le necesita.

P.- La encíclica ‘Laudato si” es un punto de inflexión en la Iglesia en materia ecológica. ¿Quién es hoy el papa Francisco para estos pueblos que luchan por mantener vivo el planeta?

R.- El Papa es verdaderamente una luz para estos pueblos como padre, como compañero y amigo y como el gran pastor que está con su rebaño. Hay que agradecer a Dios que suscita, a través del Espíritu, a cabezas tan clarividentes como la del Papa.

P.- ¿En qué va a cambiar la Iglesia tras este Sínodo?

R.- Va a haber un antes y un después. Muchas cosas que se darán en este Sínodo cuestionarán a la Iglesia universal. Aunque el Papa insiste que el principal foco es esta región, la Iglesia universal debe tener en cuenta a la Amazonía como un referente. Solo espero que nos dejemos guiar por el Espíritu Santo. Y quien no se deje guiar por él va por un camino torcido…

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