El Vaticano pide al Meeting de Rímini centrar su mirada en los olvidados de la sociedad

  • El Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, ha hecho llegar un mensaje de parte del papa Francisco con motivo de la edición número 40
  • “¡Cuántas personas olvidadas necesitan urgentemente ver el rostro del Señor para encontrarse de nuevo!”, reclama el purpurado

El Vaticano se ha hecho presente un año más en el llamado ‘Encuentro de Amistad entre los Pueblos’, una cita organizada por Comunión y Liberación que todo el mundo conoce como el Meeting de Rímini. Un gran encuentro celebrado en el Rimini Expo Center del 18 al 24 de agosto y que llega en esta ocasión a su edición número 40. Con este motivo, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estados, ha enviado a “a los organizadores, a los voluntarios y a todos los que participarán en él” un mensaje en nombre del papa Francisco.

Ante los solos y abandonados

Esta edición lleva como lema un verso de una poesía de Juan Pablo II sobre la Verónica: “Tu nombre nació de lo que mirabas”. Una cita que comentaba Luigi Giussani diciendo que la Verónica “era una mujer como las demás, adquirió un nombre, es decir, rostro, personalidad en la historia, por lo que todavía la recordamos, por lo que miraba”.

“Cristo nos amó, dio su vida por nosotros, por cada uno de nosotros, para afirmar nuestro rostro único e irrepetible”, escribe Parolin aludiendo a que “muchos de nuestros contemporáneos caen bajo los golpes de las pruebas de la vida, y se encuentran solos y abandonados”.

¡Cuántas personas olvidadas necesitan urgentemente ver el rostro del Señor para encontrarse de nuevo!”, clama el Secretario de Estado. “Mirar a Jesús purifica nuestra vista y nos prepara para mirar todo con ojos nuevos”, añade.

Monumento a Giussani en Rímini, junto al antiguo recinto ferial en el que nació el Meeting.

Discípulos misioneros

Por ello, insiste en la misión de los cristianos que “seremos ‘originales’ si nuestro rostro es el espejo del rostro de Cristo resucitado. Y esto será posible si crecemos en la conciencia a la que Jesús invitó a sus discípulos, como en aquel tiempo después de enviarlos a la misión”. “Nuestro nombre está escrito en el cielo, y no por nuestros méritos, sino por un don que cada uno de nosotros recibió por el Bautismo. Un regalo que estamos llamados a compartir con todos, sin excluir a nadie”, añade.

“Que el recuerdo agradecido de estos cuatro decenios de compromiso altruista y de trabajo apostólico creativo suscite nuevas energías, para el testimonio de fe abierto a los vastos horizontes de la emergencia contemporánea”, desea a los participantes.

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