Tras cuatro años como rectora de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) y ser la primera mujer en ocupar el cargo, Mirian Cortés Diéguez ha sido renovada por la Congregación para la Educación Católica para un segundo mandato al frente del ateneo de la Conferencia Episcopal Española. El próximo 13 de septiembre tomará posesión del cargo durante la inauguración del curso ante el gran canciller, el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez. Cortés comparte con Vida Nueva los objetivos de esta etapa en la que seguirá llevando el birrete negro y que se presenta con algunos cambios en el equipo de gobierno.
PREGUNTA.- ¿Con qué espíritu afronta este segundo mandato que comenzará en septiembre?
RESPUESTA.- Lo afronto con mucho ánimo, como no podría ser de otra manera. Con este nombramiento se renueva también la confianza que han depositado de nuevo en mí los obispos. Es una oportunidad para renovar también la ilusión.
P.- En el complejo y diverso panorama universitario actual, ¿cuál es el elemento diferencial de la Universidad Pontificia de Salamanca?
R.- La identidad es nuestro punto fuerte. Evidentemente, tenemos que reforzarla, ya que de esta manera ofreceremos algo diferente a lo que proponen las demás. La identidad cristiana que nos caracteriza es lo que necesita la sociedad, es donde están los valores fundamentales que pueden conseguir que la persona recobre su identidad en todos los sentidos, desde la economía a la política… Y la Universidad tiene un papel fundamental en la formación integral de las personas precisamente para mejorar la sociedad.
P.- Como canonista conoce bien la situación de las titulaciones eclesiásticas en España, ¿cómo andan de salud? ¿Es bueno el pronóstico?
R.- Todas las titulaciones eclesiásticas sufren la falta de vocaciones, eso es una realidad que no se puede negar. Pero, lejos de conformarnos con eso, hay que buscar la manera de que las ciencias eclesiásticas puedan aportar no solo lo que ofrecen por sí mismas, sino que hay que ver la manera en la que estas titulaciones puedan ayudar a formar personas. Y no solo en España sino también en el extranjero, ya que gracias a las nuevas metodologías no tenemos fronteras. Y aún más, estas titulaciones tienen que ser vertebradoras de toda la Universidad, la Teología y la Filosofía –el Derecho Canónico es más específico– son los saberes que tienen que impregnar todo y, por ahí precisamente, deben informar desde abajo las demás ciencias cumpliendo una función importante en este tiempo que nos ha tocado vivir de escasez de vocaciones.
