El obispado de Sigüenza-Guadalajara, según informó la agencia Efe y diferentes medios manchegos, ha decidido apartar del ministerio, de forma preventiva, al agustino Celso García que había vuelto a la actividad presbiteral como párroco de diferentes pueblos del norte de la diócesis tras cumplir condena por abusos. De hecho esta medida se toma sin que se hayan producido nuevas denuncias, más allá de algunos rumores sobre algunas singularidades litúrgicas del agustino.
El religioso, tras salir de prisión en 2015, llevaba ocupándose, junto a otros sacerdotes, de 24 pequeñas poblaciones del entorno de Molina de Aragón. El tipo de población mayoritariamente envejecida, el cumplimiento con la Justicia y el nulo contacto con menores hicieron de este destino el adecuado para el sacerdote tanto por parte de la diócesis como por parte de los agustinos.
Un seguimiento minucioso
Y es que no es habitual que un religioso se ocupe de esta manera de diferentes parroquias. Por ello, en su día se estableció esta fórmula provisional de acogida del presbítero, a la vez que la diócesis se mantenía alerta haciendo “un seguimiento minucioso de su actividad para garantizar su recto comportamiento” tras el compromiso expreso del religioso a cuidar su relación con los niños. Así lo ha declarado este martes, saliendo al paso de las publicaciones hechas y del desconcierto suscitado en los pueblos atendidos por el sacerdote.
Todo ello, debido a que la condena por la que cumplió prisión se produjo tras una denuncia de 2010 por tres menores de 11 y 12 años de la escolanía de El Escorial. El caso, concluida la investigación civil y canónica, se ha abierto de nuevo tras ser publicado por el diario El País.
