El Papa asegura en la audiencia general que la oración “expulsa todo temor”

  • “El Padre nos ama, el Hijo levanta sus brazos junto a los nuestros. Una cosa es cierta: es el mal el que tiene miedo”, comenta durante su catequesis, dedicada al Padrenuestro
  • Presenta a Dios como “aquellas madres a las que les basta una mirada para entender todo de sus hijos: si están contentos o tristes, si son sinceros o esconden algo”

“La oración expulsa todo temor. El Padre nos ama, el Hijo levanta sus brazos junto a los nuestros, el Espíritu trabaja en secreto para redimir al mundo. No vacilamos en la incertidumbre. Una cosa es cierta: es el mal el que tiene miedo”. El papa Francisco volvió a centrar su catequesis en el Padrenuestro durante la audiencia general que presidió este miércoles, 27 de febrero, en la plaza de San Pedro del Vaticano ante miles de fieles.

Al principio de su alocución, explicó que iba a centrarse en la primera de las siete peticiones de esta oración: “Santificado sea tu nombre”. En ellas está “la matriz” de cualquier rezo cristiano, formado por una parte de la “contemplación de Dios, de su misterio, de su belleza y bondad y, por otro lado, de sincera y valiente petición de lo que necesitamos para vivir bien”. Con esta “simplicidad y esencialidad”, destacó Jorge Mario Bergoglio, el Padrenuestro se convierte en un “modelo” para cualquier oración.

Confianza en el Padre

Más adelante, el Papa presentó una vez más a Dios como “aquellas madres a las que les basta una mirada para entender todo de sus hijos: si están contentos o tristes, si son sinceros o esconden algo”. El primer paso que debe hacer el cristiano cuando reza debe ser por tanto “ponerse en las manos de Dios, en su providencia”. En las preguntas que el fiel le plantea en la oración se expresa la “confianza en el Padre”.

Francisco destacó cómo el Padrenuestro “enseña a confiar y a abandonarnos en Dios, que nos conoce, nos ama y sabe cuáles son nuestras necesidades”. Con la primera petición de esta oración, se expresa “toda la admiración de Jesús por la belleza y la grandeza del Padre, y su deseo de que todos lo conozcan y lo amen”, así como el ruego del fiel para que “su nombre sea santificado en nosotros, en nuestra familia, en nuestra sociedad y en el mundo entero”.

De esta manera, Dios actúa sobre el cristiano al “santificarlo y transformarlo con su amor”, mientras la persona, “con su testimonio de vida, manifiesta su santidad en el mundo y hace presente su santo nombre”, concluyó el Papa.

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