Carlos Luna: “Los jóvenes tienen necesidad de sentirse únicos, y esa es precisamente la propuesta del Evangelio”

El director creativo de la agencia PuedesMásMarketing ha comenzado su ponencia en el segundo congreso internacional de marketing religioso REinspira hablando de los ‘millenials’. Una generación que “ha hecho mucho ruido en la sociedad” ocupando “un lugar en nuestra mente en el que todavía parece que estamos hablando de los adolescentes”. Pero resulta que los ‘millenias’ están siendo padres. Ya no son esos “adolescentes”, ya no quieren “las mismas cosas que antes. “Nadie ha hecho estudios de cómo son los ‘millenials’ ahora”, ha añadido Luna. “Tal vez valoren más lo permanente”, y tal vez la Iglesia se lo “esté perdiendo por mirar a una persona que ya no es”.

“Tengo la sensación de que la Iglesia van como dos generaciones por detrás”, ha apostillado, reflexionando sobre si “estamos preparados para el nuevo ‘target'”. Sin embargo, Luna considera que esto es una oportunidad para “empezar a pensar de qué manera captar la atención de esa nueva generación”. 

Las nuevas generaciones, los adolescentes de hoy “necesitan un sentido de misión, tienen deseo de pertenecer, ser y autoexpresarse”. Y, precisamente, “esta es precisamente nuestra propuesta, la del Evangelio”, el sentirse escogido “para una misión en el mundo”. Precisamente por esto “estamos en el mejor momento de la historia de la Iglesia para conectar con ellos”, ya que la “competencia”, lo que el mundo ofrece, “estimula este deseo, pero en el fondo no es capaz de satisfacerlo del todo”. 

Empatizar con el público

Una de las principales reticencias de la Iglesia a la hora de adaptar los fundamentos del marketing para difundir el mensaje del Evangelio es la idea de que esta disciplina se fundamenta en vender, “pero esto no es cierto”. “Cuando lo enfocamos así, está claro que choca con la fe”, ya que ésta “no se vende”. Sin embargo, cuando se enfoca “desde la empatía” para responder a esa necesidad de trascendencia “que antropológicamente tiene el ser humano”, entonces “casa perfectamente”.

Por otra parte, es cierto que para aplicar el marketing a la religión se hace desde una perspectiva distinta a cuando se aplica al ámbito empresarial. En primer lugar, porque “no busca reciprocidad por parte del destinatario” ni tampoco tiene un afán lucrativo, “pero sí progresos y avances”. Además, busca que la persona “se acerque al encuentro con Dios”, pero respetando siempre “la libertad del individuo”. Y todo esto requiere, además, “la confianza del otro”.

Sin embargo, el principal problema que reconoce a la hora de aplicar estos fundamentos es que las instituciones religiosas “a veces caemos en el error de centrarnos en el mensaje que queremos transmitir o cómo lo hacemos, pero no escuchamos qué es lo que la gente necesita”. Precisamente esta fue una de las propuestas de Francisco en ‘Evangelii Gaudium’: “el no quedarse en uno mismo sino salir, cruzar a la otra orilla”. “Dedicamos mucho tiempo y muchas energías a defendernos”, del mismo modo que “parece que solo nos centramos en fomentar las vocaciones y nos olvidamos del resto de público”, y todo esto hace a la Iglesia olvidar qué es lo que “reclaman” el resto de personas que “ansían el mensaje”.

Experimentar la fe

En la misma línea, Lourdes Díaz, responsable de Trade Marketing de Heineken ha hablado en su ponencia acerca de cómo conseguir ese éxito que se busca, cómo construir “una marca ganadora” en un mundo en el que las personas están “constantemente bombardeadas por estímulos”

“El mayor riesgo de una marca es no decirle nada lo suficientemente atractivo al consumidor”, y en el caso de la Iglesia “no es distinto”, ya que debe “convertir la notoriedad”, que la gente la conozca”, en “consumo”, que la gente la viva. Y esto solo puede hacerse por medio de ofrecer “la experiencia de la fe”.

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