¿Cuál es el secreto del buen humor del Papa?

  • Francisco explica que “desde hace cuarenta años, después de las laudes matutinas”, recita la oración de Tomás Moro pidiendo el sentido del humor
  • Aun cuando la tormenta acecha, sabe afrontar con diligencia los problemas y hacer gala de la alegría del Evangelio que es sello de su Pontificado

El Papa Francisco, riéndose

Así se lo hizo saber a los jesuitas irlandeses en el encuentro que mantuvo con ellos el pasado 26 de agosto en la Nunciatura de Dublín y que recoge La Civiltà Cattolica. “El provincial me dijo que estoy haciendo alegre la fe. ¿De verdad? ¡Con tal de que no sea un circo!”, bromeó con ellos para a continuación subrayar que “hay que trabajar para que se comprenda bien la frescura del evangelio y su alegría. Jesús vino a traer alegría y no una casuística moral”.



A partir de ahí, en un turno de preguntas que abrió el propio Papa, el jesuita John Callanan ahondó en la cuestión de forma directa: “Pero ¿cómo hace para mantener su corazón alegre con todo lo que le sucede?”.

En ese momento, el Papa respondió sin rodeos, desvelando su secreto: “Es una gracia. Cada mañana, desde hace cuarenta años, después de las laudes matutinas, recito la oración de Tomás Moro pidiendo el sentido del humor. ¡Parece que el Señor me lo da! Pero nosotros en general debemos tener este sentido”.

Una gracia que hay que pedir

A partir de ahí, desde su experiencia personal recordó cómo el padre Adolfo Nicolás, el que fuera superior general de la Compañía, “decía que deberíamos dar al P. Kolvenbach el Premio Nobel del humor, porque era capaz de reír de todo, de sí mismo y hasta de su sombra. Esta es una gracia que hay que pedir. No sé si lo que yo tengo es lo acertado; quizá sea solamente inconsciencia…”. En ese instante, todos los jesuitas presentes en el encuentro comenzaron a reír con el Papa.

A renglón seguido, Francisco explicó con detalle que “tener sentido del humor es fruto de la consolación del Espíritu. Insisto en una cosa que me ayuda: el jesuita debe buscar siempre la consolación, debe buscar ser consolado. Cuando está desolado, está árido. La consolación es una unción del Espíritu. Puede ser fuerte, o también mínima. El mínimo de la consolación es la paz interior. Debemos vivir con esta paz. Si el jesuita no vive en paz, vive desolado”.

A continuación, reproducimos la oración del buen humor de Tomás Moro que reza diariamente el papa Francisco:

Dame, Señor, un poco de sol,
algo de trabajo y un poco de alegría.

Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla,
una buena digestión y algo para digerir.

Dame una manera de ser
que ignore el aburrimiento, los lamentos y los suspiros.

No permitas que me preocupe demasiado
por esta cosa embarazosa que soy yo.

Dame, Señor, la dosis de humor suficiente
como para encontrar la felicidad en esta vida
y ser provechoso para los demás.

Que siempre haya en mis labios una canción,
una poesía o una historia para distraerme.

Enséñame a comprender los sufrimientos
y a no ver en ellos una maldición.

Concédeme tener buen sentido,
pues tengo mucha necesidad de él.

Señor, concédeme la gracia,
en este momento supremo de miedo y angustia,
de recurrir al gran miedo
y a la asombrosa angustia
que tú experimentaste en el Monte de los Olivos
antes de tu pasión.

Haz que a fuerza de meditar tu agonía,
reciba el consuelo espiritual necesario
para provecho de mi alma.

Concédeme, Señor, un espíritu abandonado,
sosegado, apacible, caritativo, benévolo, dulce y compasivo.

Que en todas mis acciones, palabras y pensamientos
experimente el gusto de tu Espíritu santo y bendito.

Dame, Señor, una fe plena,
una esperanza firme y una ardiente caridad.

Que yo no ame a nadie contra tu voluntad,
sino a todas las cosas en función de tu querer.

Rodéame de tu amor y de tu favor.

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