Para Maradiaga, “la revolución de la ternura” empieza en la familia

  • El cardenal hondureño reivindica que la Iglesia no debe buscar “preservarse a sí misma”
  • James Martin destaca el valor del encuentro del Papa con víctimas de la pederastia eclesial

El cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, en una imagen de archivo/CNS

La sesión matinal de la segunda jornada del Congreso de Pastoral del Encuentro Mundial de las Familias (EMF) de Dublín, este jueves 24 de agosto, ha contado con numerosos ponentes de reconocido prestigio. Entre ellos, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, quien ha ofrecido una conferencia sobre ‘El papa Francisco acerca de la revolución de la ternura’.

En su enérgico llamado (incluida una canción sobre la misericordia de Francisco con la que ha levantado al público asistente), el coordinador del Consejo de Cardenales ha indicado que “el papa Francisco nos llama a liderar esta revolución de la ternura, invitándonos a expresar nuestros sentimientos”. Por ello, el anuncio “debe ser lo más claro posible”, contagiándose así al resto de la sociedad.

“En el camino de la vida –ha invitado el purpurado–, Jesús nunca nos abandona y se acerca a nosotros a través la ternura”. En este sentido, “la familia es el primer lugar de la ternura”. Y es que, como experimentan tantas personas en todo el mundo, “la fe, la ternura del amor, se enseña primero en la familia”.

El rol de la mujer en la Iglesia

Llevando esta visión a la realidad eclesial, Maradiaga ha recalcado que, para que se dé en ella esta revolución de la ternura, “el Papa quiere fortalecer el papel de la mujer en la Iglesia”, consciente de que, “por el momento, no ha sido suficiente”.

Un reto que, ha asegurado con esperanza, “requiere una conversión de todos”, dejando atrás todos los miedos o prejuicios. Porque “una Iglesia que quiere continuar la misión del Señor, no debe tener miedo de ir por la calle ni de ser capaz de transformarse en lugar de preservarse a sí misma“.

Se protegió a la institución antes que a la víctima

Otra de las intervenciones más esperadas ha sido la del jesuita estadounidense James Martin, quien ha ofrecido una charla titulada ‘Mostrando acogida y respeto en nuestras parroquias hacia las personas LGTB y sus familias’. En ella ha dejado un testimonio preñado de amor y respeto por las personas homosexuales, reclamando que la comunidad cristiana sea siempre su casa.

El editor de la revista América ha propuesto un decálogo con el que los sacerdotes y obispos pueden acoger a los homosexuales en sus comunidades. El mismo empieza por su distinción, visibilizando su realidad ante el resto de parroquianos, y concluye con la petición de que pidan perdón cuando les han ofendido.

Además, Martin tampoco ha dejado pasar la oportunidad para poner en valor el hecho de que el papa Francisco se reunirá en su estancia en Dublín con víctimas de la pederastia eclesial: “Es bueno ver al Papa conociendo a algunos de los abusados sexualmente por sacerdotes y religiosos. Muchos se habrán sentido enfadados porque la Iglesia protegió la institución antes que a la víctima”.

Cuando vuelan los platos…

Por su parte, el cardenal estadounidense Joseph Tobin ha moderado un panel titulado ‘Cuando vuelan los platos: el papa Francisco sobre la realidad del amor en la vida familiar’. En el coloquio, entre otros, ha estado acompañado por varios matrimonios que han sido ayudados a salir adelante por distintas comunidades eclesiales en ámbitos tan diferentes como Irlanda, Estados Unidos, Canadá, Singapur y la República Democrática del Congo.

La pareja irlandesa conformada por Maruska y Eugene Smith ha sido acompañada por la comunidad de Caná. En su testimonio, ella ha contado que “en Caná aprendí a escuchar a mi esposo, a perdonar, pero sobre todo a pedir ayuda para aceptar el perdón”. Además, ha citado una frase del papa Francisco que la acompaña siempre: “El perdón es la primera experiencia de ser perdonado”.

“En Caná –ha concluido Maruska Smith–, aprendimos a orar juntos, a perdonarnos a nosotros mismos, a amarnos unos a otros… Sencillamente,  ¡salvamos a nuestra pareja!

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